PARASHAT BALAK: ¿Qué vio Bilaám?

“Cuando Bilaám miró hacia arriba y vio a Israel acampado, tribu por tribu, el Espíritu de Dios vino sobre él…” (Bemidbar – Números 24:2)

Así termina la fábula más fantasiosa de la Torá. Parashat Balak y una historia de magia y fantasía. Un rey con miedo a ser derrotado. La contratación de un brujo para debilitar al enemigo con sus palabras. La negación del brujo que, increíblemente manifiesta su creencia en Dios e inicialmente se niega a aceptar este cometido. La decisión posterior de hacer lo que se le pide. Una burra que ve a un ángel en el camino y le habla a su jinete. Y el final: la escena de la maldición dispuesta. El brujo mira al pueblo que debe maldecir (el pueblo de Israel en este caso) y un cambio de rumbo inusitado: de su boca salen bendiciones en lugar de maldiciones. Por algún motivo, por mí aun indescifrable, esta pequeña frase de aceptación y valoración positiva del pueblo de Israel ingresó a la liturgia como el inicio de toda plegaria. Extraño. “Qué buenas son tus tiendas Yaacov, tus moradas Israel”. Una frase que se vive como una pequeña victoria. A veces, sólo a veces, se hace justicia, el bien y la cordura le ganan al desquicio. Sólo a veces.

La pregunta es: ¿qué vio esta persona cuando se paró en el monte ante el campamento del pueblo de Israel?

En verdad, jamás lo sabremos. Como que tampoco sabremos si esta historia existió tal como quedó grabada en la memoria. Lo que me interesa es cómo se interpretó eso “bueno” que vio este mago en el pueblo de Israel.

El Talmud (hablando de reglas de construcción que hacen a la privacidad) toma lo que vio Bilaám como un ejemplo:

“La Guemará pregunta: ¿De dónde se derivan estos asuntos, es decir, que uno no puede abrir una entrada frente a otra entrada, o una ventana frente a otra ventana? Rabí Yoḥanan dice que el versículo dice: “Y Bilaám alzó sus ojos, y vio a Israel habitando tribu por tribu; y el espíritu de Dios vino sobre él” (Números 24:2). La Guemará explica: ¿Qué fue lo que vio Balaám que lo inspiró tanto? Vio que las entradas de sus tiendas no estaban alineadas una con otra, asegurando que cada familia disfrutara de cierta privacidad. Y dijo: Si este es el caso, estas personas son dignas de que la Presencia Divina descanse sobre ellas.” Bava Batra 60ª

Se podría entender que lo que se pondera acá es el respeto por la privacidad, o el pudor de no dejar ver escenas íntimas de una tienda a la otra.

Y hoy les traigo una interpretación del Baal Shem Tov, Yisroel ben Eliezer el «Maestro del Buen Nombre”, considerado el fundador del jasidismo (s. XVII). Una interpretación y una curiosidad.

Cuando voy a buscar exégesis de este versículo, en la página de Sefaria.org, aparece el comentario en hebreo y en inglés. Voy a traducir al español el versículo tal como aparece en inglés:

“Y Bilaám alzó la vista y vio a Israel habitando en paz por tribus, y el espíritu de Dios vino sobre él. (Bemidbar – Números 24:2)

Me encanta lo que leo. Lo que vio es que cada tribu habitaba en paz con la otra. Y cuando la paz sucede el espíritu de Dios recae sobre todos. No es así como está escrito en hebreo: tribu por tribu. Intenté buscar de dónde venía esta nueva traducción, pero sin éxito. Debo confesarles. Sin embargo, me la quedo. Y se las comparto. Bilaám vio que cada tribu estaba presente, se distinguía de la otra notoriamente, sin embargo, estaban todas juntas, respetando su individualidad. ¿Eso se podría llamar vivir en paz? Quizás.

Regresemos al Baal Shem Tov:

“Y Bilaám alzó la vista y vio a Israel habitando en paz por tribus, y el espíritu de Dios vino sobre él. (Bemidbar – Números 24:2)

Vio que sus puertas no estaban una frente a la otra, y dijo: «Es apropiado bendecirlos». A veces, dos eruditos que debaten entre sí no pueden admitir la verdad. Cada uno busca refutar las palabras de su amigo. Aunque sabe que el otro tiene razón, su intención al discutir es simplemente acosar, Dios no lo quiera. Sin embargo, la intención principal en un debate debe ser admitir la verdad y cumplir lo que dijeron nuestros Sabios: «Si dos personas se sientan juntas y comparten palabras de la Torá, la Presencia Divina mora entre ellas». Ahora bien, la boca se llama «puerta», porque de ella sale el habla. Este es el significado de: «Sus puertas no estaban una frente a la otra». No pretendían oponerse ni provocarse mutuamente en sus debates, sino admitir la verdad. Y entonces dijo: “Es apropiado bendecirlos”. Dudayím BaSadéh, Likutéy Amorím. (Aclaración: ésta es una antología de las enseñanzas del Baal Shem Tov sobre la parashá semanal, compilada a partir de más de 200 textos de sus discípulos.)

No pretendían oponerse… y yo agregaría que quizás estaban dispuestos a admitir que la verdad de uno y de otro podían ser partes de una verdad mayor. Tener esa capacidad es en sí una bendición. Y cuando somos merecedores de bendición, la Presencia Divina nos habita. Y la paz sucede.

Quizás podamos seguir aspirando que habitar en paz sea un derecho.

Que las voces de cada uno tienen un lugar seguro.

Que los enfrentamientos se transformen en encuentros para poder, como los estudiosos del Baal Shem Tov, abrir las puertas de una verdad más amplia que permita a todos habitar su tierra, en paz, sin meternos en la casa del otro, sin destruirla, sin encerrarnos por el miedo a que nos vulneren nuestra seguridad y nuestras vidas.

No lo va a resolver ningún mago ni nadie que se precie de manejar la historia con vociferaciones ni promesas mesiánicas.

Lo resolverán las personas que se atrevan a elevar la voz de la concordia, de la justicia, del derecho y la equidad. Quienes puedan mirar las casas de los otros sin intentar avasallarlas. Quienes puedan decidir sentarse juntos a una mesa, para limpiarse las heridas, llorar sus duelos, abrir sus corazones legitimando el dolor del otro y por, sobre todo, quieran que sus nombres comiencen a escribir otro capítulo en el libro de la historia presente.

Alguna vez se contará que llamaron a unos a maldecir a los otros, pero que no pudieron, que no quisieron, porque su humanidad le ganó al odio, su amor por la vida le ganó a la venganza, y la memoria, dolorosa, manchada, rasgada y sangrante, les pidió que elijan la bendición como herramienta ante tanta maldición hecha arma.

Ma tovu… qué bueno… sueño con que alguna vez sea éste el nuevo comienzo del libro de oraciones. Y no sólo del nuestro.

Rabina Silvina Chemen