PARASHAT JUKAT: ¿Qué quedará al final?

עַל כֵּן יֵאָמַר בְּסֵפֶר מִלְחֲמֹת יְ־הוָה: אֶת וָהֵב בְּסוּפָה וְאֶת הַנְּחָלִים אַרְנוֹן. וְאֶשֶׁד הַנְּחָלִים אֲשֶׁר נָטָה לְשֶׁבֶת עָר וְנִשְׁעַן לִגְבוּל מוֹאָב.

“Después continuaron avanzando y acamparon más allá del Arnón, en el desierto que se extiende desde el territorio de los amorreos, porque el Arnón sirve de frontera entre Moab y los amorreos. Por eso, el Libro de las Guerras del Señor habla de «…Vaheb en Sufá, y los torrentes; el Arnón, con sus afluentes, que se extiende hasta el territorio de Moab…».” Bemidbar – Números 21:13-15

Parashat Jukat aborda varios temas y quizás el lector esté pensando qué tienen de particular estos versículos que he elegido para comentar hoy.

Pareciera – y de hecho lo es- un recordatorio de la travesía del pueblo de Israel, ya acercándose al territorio de sus ancestros, una tierra ocupada por otros pueblos, una tierra que, desde los tiempos inmemoriales, es disputada en nombre de la verdadera herencia. De hecho, la “bitácora de viaje” queda registrada en el “Libro de las Guerras del Señor”- sintagma para mí insoportable. Señor y Guerra testimoniados juntos en un libro me alejan de toda posibilidad de profundización. Pero entonces, como ahora, no podemos quedarnos sólo en el espanto.

Vuelvo al texto que elegí porque nos presenta un problema lingüístico: ¿Qué es lo que habla el Libro de las Guerras del Señor? De Vaheb en Sufá y los torrentes… en hebreo “וָהֵב בְּסוּפָה”- Bahev Besufá. Ni en español hay traducción ni estas palabras, o lugar, o situación está mencionado de ese modo ni parecido en ninguna otra parte del texto bíblico.

Veamos el contexto:

Los israelitas se dirigen al norte en Transjordania abandonando el desierto moabita y cruzan al lado norte del río Arnón, hacia el territorio de los amorreos: “partieron y acamparon al otro lado del Arnón, es decir, en el desierto que se extiende desde el territorio de los amorreos. Pues el Arnón es el límite de Moab, entre Moab y los amorreos. “(21:13) Esta travesía es trascendental. Hasta entonces, los israelitas habían viajado por el desierto al este de Moab, donde no habían entrado en batalla. La zona al norte del Arnón, a la que ahora entran, es amorrea, el mismo pueblo que habita Cisjordania, y a quien Israel supuestamente debe conquistar. Como relata el texto más adelante, el rey amorreo Sijón reunirá a su ejército para atacar a los israelitas mientras atraviesan su territorio, y los israelitas lo derrotarán y se establecerán en su tierra. Así, esta travesía se divide entre la historia del viaje pacífico por el desierto y el sur de Transjordania, y la conquista: primero de Transjordania del norte y luego, con Yehoshúa- Josué, de Cisjordania.

¿Resumo?

Pasaron largos años sólo de caminatas y acampes, teñidos de luces y sombras en la convivencia y la conformación de esta masa humana como pueblo y ahora les toca afrontar la conquista, la batalla, la guerra para volver a la tierra. Allí se abre el Libro de las Guerras del Señor en el que se registra el Vaheb en Sufá y los torrentes, etc, etc.

Vamos a la Biblia paralela a ver si resuelve nuestro enigma lingüístico. (lo otro no es un enigma, es una lectura que mantiene una herida abierta desde entonces).

La Biblia de las Américas:“Por tanto se dice en el Libro de las Guerras del SEÑOR: Vaheb que está en Sufá y los arroyos del Arnón…” 

Reina Valera Gómez: “Por tanto se dice en el libro de las batallas de Dios: Lo que hizo en el Mar Rojo, y en los arroyos de Arnón…”

No voy a profundizar en el tedioso mundo de las traducciones y sus búsquedas. Sólo diré que algunas traducciones – como la de Reina Valera Gómez- ignoran por completo la palabra Vaheb —lo cual no es realmente una solución— e interpretan la palabra Sufá como una referencia a Iam Suf (Mar de los Juncos o mal traducido Mar Rojo), el mar que Dios dividió para salvar a los israelitas de la persecución egipcia. Sin embargo, esta interpretación es problemática.

Jerónimo, en su traducción latina del siglo IV-  la Vulgata-, entiende este medio versículo como una oración, pidiendo a Dios que haga que el cruce israelita sea un éxito: “Como lo hizo en el Mar Rojo, así también lo hará en los arroyos de Arnón.”

En general los exégetas explican que Vahev Besufá es en realidad el nombre de una ciudad en la que tuvo lugar una de estas guerras. Originalmente perteneció a la nación de Moab, y fue capturada por la nación de Sijón.

Hasta acá, nada interesante, ¿verdad? ¿Nos quedamos acá o seguimos buscando?

Y sí. Llegamos a donde necesitamos llegar; a un pasaje del Talmud en el tratado de Kidushin 30b.

“La Guemará pregunta: ¿Cuál es el significado de la frase “enemigos en la puerta” (nota: están discutiendo sobre el versículo de Tehilím – Salmos 127:5 «Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta”) con respecto al estudio de la Torá? Rabí Hiyya bar Abba dice: Incluso un padre y su hijo, o un rabino y su estudiante, que están ocupados con la Torá juntos en una puerta se vuelven “enemigos” entre sí debido a la intensidad de sus estudios. Pero no dejan ese lugar hasta que se aman, como se afirma en el versículo que habla de los lugares donde el pueblo judío luchó en batalla en el desierto: “Por eso se dice en el libro de las guerras del Señor, Vaheb en Sufá [ beSufá], y los valles de Arnón” (Números 21:14). La palabra “vaheb” se interpreta como relacionada con la palabra amor, “ahavá”. Además, no lea esto como “en Sufá [ beSufá ]”; más bien, léalo como “al final [besofá]”, es decir, al concluir su disputa son amados el uno por el otro.”

No quiero agotarlos con juegos de palabras ni interpretaciones rebuscadas. Pero quiero explicarles bien lo que dice acá.

Lo que queda registrado en el Libro de las Guerras del Señor es Vaheb Besufá- es que al final de la contienda, con toda la pérdida, el sabor amargo después del enfrentamiento, la violencia, los odios, las muertes, habrá un capítulo en el que se registrará al final -besofá- en un Libro que amerite tener el nombre de Dios a pesar de toda guerra; el amor, el entendimiento, la cordura, el respeto, la armonía…

No podemos seguir pensando este tiempo si no creemos fervientemente que la única salida a la guerra es que predominen las voluntades de aquellos que con suma resistencia deciden no dejar de amar. Amar lo propio, amar la llaga ajena, esa que sangra en silencio, amar la palabra por sobre el puño, amar la justicia…

Tenemos el amor herido.

Nos dicen que somos unos idealistas empedernidos.

Que la realidad se maneja con otras categorías.

Que la geopolítica, el mercado, las relaciones internacionales, los negocios…

Mientras tanto en cada rincón de cada casa, no importa qué idioma se hable en ella, sigue habiendo una madre que acaricia la frente de su hijo llena de amor, hay una pareja que se despide a la noche con un beso lleno de amor, a una hermana que espera desde su ventana que su hermano vuelva vivo, llena de amor y maestros que siguen enseñando por amor, y médicos que siguen curando por amor y poetas que siguen escribiéndoles al amor.

Los grandes nombres que aparecen en los grandes titulares de este tiempo no son toda la humanidad.

Acá estamos nosotros, con la herramienta más potente. Que no la cercenen. Que no la vulneren. Que no nos la roben.

Al final, el amor tendrá su revancha.

Al final.

Ojalá podamos verlo.

Silvina Chemen