Año Nuevo «civil» en el Talmud

Todos los judíos que vivimos en la cultura cristiana de la sociedad occidental hemos sentido la inquietud de mantenernos al margen, mientras nuestros vecinos celebran sus fiestas de invierno. La mayoría de nosotros somos respetuosamente diligentes disociándonos de las implicaciones religiosas obvias de la Navidad.
El Año Nuevo «civil» parece ser harina de otro costal. Este es un día que no tiene ningún mensaje confesional, sino que es una mera conmemoración simbólica del comienzo de un nuevo año en el calendario que todos usamos en nuestra vida del día a día.
Feliz año nuevo 2014
Cuando miramos hacia atrás en las fuentes talmúdicas nos encontramos con que nuestros antiguos rabinos se refirieron explícitamente al Año Nuevo, mientras que la celebración de la Navidad era, hasta donde se sabe, bastante desconocido para ellos.
Los pasajes en cuestión hablan de la fiesta romana del «calendas», es decir, la Kalendae Januariae (etimológicamente relacionada con la palabra «calendario»), en que se celebraba el Año Nuevo en la época romana. El día se menciona en la Mishná (Avodá Zarah 1:03) como parte de una lista de varias festividades romanas en la que se requería a los judíos para que evitaran hacer negocios con los paganos, para no agregar placer a los devotos o que pareciera que se estaba honrando a sus ídolos.
A pesar de que eran conscientes de estos festivales estaban siendo celebrados en todo el mundo romano, los sabios talmúdicos no siempre tuvieron claros sus propósitos y orígenes. Se ofrecieron algunas sugerencias interesantes sobre cómo llegaron a celebrarse las calendas y por qué se celebraban de esa forma.
Una de las hipótesis que los rabinos fue que la religión pagana era de alguna manera una corrupción de las auténticas tradiciones bíblicas que se habían convertido en incomprensibles con el paso del tiempo. De acuerdo con el Talmud se buscaron precedentes para las respectivas celebraciones en las acciones de los antepasados ​​de estas naciones, incluyendo a figuras como Esaú (que era, según la tradición rabínica, el progenitor de los romanos) o incluso Adán, el padre de toda la humanidad.
Siguiendo esta premisa, por ejemplo, el Talmud registra que el culto de los egipcios de Serapis se había originado en su veneración de José. Otra fuente relata cómo los egipcios había venido a adorar a los pájaros ibis porque Moisés los había usado en sus campañas militares contra los etíopes. Se pueden invocar muchos casos similares de este fenómeno.
Un enfoque similar fue utilizado por Rav, el destacado maestro babilonio del siglo III para explicar el origen del Año Nuevo romano. Según el relato de Rav fue el mismísimo Adán, el primer hombre, quien instituyó las calendas.
Autor: Eliezer Segal