PARASHAT JUKAT: el registro de la sucesión
En Parashat Jukat van a morirse dos de los tres personajes centrales de la saga del desierto, Miriam y Aharón, hermanos de Moshé.
De Aharón leemos ampliamente en todos los libros de la Torá que hablan de la liberación de Egipto y la travesía por el desierto.
De Miriam, existen algunos episodios aislados, pero la contundencia de lo que sucede con su muerte me lleva a pensar que tenemos que investigar un poco más sobre su vida.
Leemos en Jukat: “Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Tzin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Kadesh; y allí murió Miriam, y allí fue sepultada.”(Bemdbar 20:1)
Miriam tenía un lugar central en el registro del pueblo, aunque no se refleje en el registro escrito en el texto.
La historia que sigue es que con su muerte cesaron los pozos de agua, y el pueblo sediento le reclamará a Moshé. De allí surgirá el episodio de la piedra a la que Moshé en lugar de hablarle le pegó, lo que le costó no ingresar a la tierra de Israel.
Si nos preguntáramos qué líderes sacaron a los Hijos de Israel de Egipto, inmediatamente responderíamos Moshé y Aharón. Sin embargo vayamos al profeta Mijá quien reconoce a los tres hermanos como los líderes de Israel cuando él proclama por Dios: “Los redimí de la casa de esclavitud, y envié a Moshé, Aharón, y Miriam para conducirlos.” (Mijá 6:4).
De acuerdo con el profeta Dios manda a los tres; Moshé, Aharón y Miriam, quienes conducirán al pueblo hacia su libertad.
Revisemos qué sabemos de Miriam.
Es llamada Miriam haneviá, la profetisa a Miriam (en Shmot 15:20), aunque no sepamos el contenido de sus profecías. También sabemos que es ella la que canta y conduce a las mujeres en la canción de alabanza a Dios después de cruzar el Iam Suf (en Shmot 15:21). Conocemos que ella critica junto con Aharón a la esposa de Moshé, por lo que a ella sola le cae el castigo de la enfermedad de tzaraat. (En Bemidbar12:1-2).
Hasta acá la vida de Miriam. Y ¿qué pasa después?
Porque si miramos la línea sucesoria en el liderazgo de los otros dos hermanos veremos que a Moshé le continuará el liderazgo político de Iehoshua. A Aharón la sucesión en el liderazgo sacerdotal será hereditaria por generaciones, lo que se prolongó desde su propio hijo hasta la destrucción del Templo.
¿Qué liderazgo representa Miriam? ¿Y a quiénes reconocemos como sus sucesores?
Permítanme aventurarme en una hipótesis. Porque la anonimia de Miriam, la falta de historias que deben haber existido en la realidad pero que no fueron plasmadas en el texto escrito, la desesperación del pueblo cuando al irse Miriam se les fue el agua… hablan de un personaje líder, querido y silenciado.
Quizás Miriam represente a los líderes anónimos. Esos que no salen en las votaciones, ni habitan tronos reales.
Los herederos de Miriam son los que en cada generación, en cada lugar del mundo son profetas, defendiendo las causas justas, los ideales de una sociedad equitativa.
Los herederos de Miriam son los que cuidan de los demás, aunque nadie se los pida.
Los herederos de Miriam son los que animan a quienes tienen alrededor a disfrutar de lo que les sucede, a valorar el acontecimiento, a priorizar la esperanza sobre la desesperación
La herencia de Miriam, se recupera cuando moldeamos nuestra capacidad de preocuparnos por aquellos más vulnerables que nosotros, como ella hizo por su hermano pequeño, cuando estaba flotando en el río Nilo.
Cuando intervenimos en la historia independientemente de nuestra posición social, como ella hizo cuando se acercó a la princesa para salvarle la vida.
Y no es casual que seguido a su muerte dice la Torá que: “Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Tzin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Kadesh; y allí murió Miriam, y allí fue sepultada.Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moshé y Aharón.” (Bemidbar 20:1-2)
Un pueblo que pide agua luego de su ausencia, es porque su presencia, aún no reconocida en los titulares de la historia, nutría a las personas comunes.
Y esto me lleva a volver a preguntarnos lo que a tantos pensadores los mantiene en vilo: ¿cómo se cuenta la historia? ¿Quiénes la relatan? ¿Qué significa dar cuenta de un hecho histórico?
La manera más corriente es relacionarlo a los liderazgos sobresalientes, los triunfos o las derrotas, los capítulos notorios y visibles de cada tiempo, con fechas de inicio y de cierre, con documentación y testimonios.
Y es tiempo de reconocer que en cada época conviven dos tipos de liderazgos.
Están los que se empeñan en demostrar que son líderes genuinos al salirle al paso a los desafíos, al proponer o mantener una posición o al hacer prevalecer sus opiniones. Son liderazgos ligados a la acción y la visibilidad. Liderazgos ligados a la inmediatez, el dinamismo y la efectividad. Liderazgos que deben demostrar una gran capacidad de respuesta a toda clase de retos.
Pero hay otro tipo de liderazgo aquél que, mirando lo que su entorno precisa, teje redes en el campo más llano. Un liderazgo muchas veces crítico, que elige una cierta posición de retaguardia, sin que ello les quite el sueño.
En cada generación y en cada grupo humano, hubo y siguen habiendo líderes reconocidos y líderes anónimos- quizás los que menos espacio ocupan en los libros oficiales de la historia.
En general la materia “historia” en la escuela se relata a partir de dos roles fundamentales: las víctimas y los victimarios. En definitiva todo se resume a quién coloniza, quién esclaviza, quién conquista, quién se independiza, quién sufre, quién es explotado, quién es masacrado, quién se reivindica…
Como si no hubiera toda una mayoría de personas que no está ni del lado de las víctimas ni del lado de los victimarios. Son todos aquellos desconocidos, personas comunes, llenas de humanidad, que no pueden permitir quedarse en silencio ante las atrocidades y como pueden intentan liderar pequeños gestos que calman, salvan, alimentan, dan sosiego, cobijo, ayuda, a quien lo necesita.
En cada generación líderes visibles hacen la historia junto con los silenciosos que se ocupan en general de los más vulnerables: cada maestra que enseña, cada mano que cocina en un comedor barrial, cada voluntario de programas sociales y comunitarios, cada médico que cura, cada donante para causas que le devuelven la dignidad a la gente, cada persona que elige expresarse y resistir ante la injusticia y la inequidad se transforma en líder que nutre, como el agua del pozo de Miriam.
Sea hoy nuestro homenaje a todos ellos y nuestro compromiso a elegir también transitar esos caminos.
Shabat shalóm,
Rabina Silvina Chemen.