Judaísmo y ecología (2)

El ciclo ecológico judío de vida.
Nuestras comunidades pueden ir un paso más allá y experimentar el ciclo de vida judío bajo el prisma de la ecología. Cada una de las festividades, al igual que el Shabat, puede ser interpretada desde un punto de vista ecológico, siendo las más evidentes aquellas directamente las ligadas al ciclo anual de cultivos. En el calendario judío existen varias fechas que son consideradas “comienzos del año”.
Tu Bishvat es la festividad judía ambientalista por excelencia, y se traduce como el «año nuevo de los árboles», razón por la cual también recibe el nombre de Rosh Hashaná Ilanit. Por esta razón, es costumbre que los niños nacidos cerca de esta fecha –el 15 del mes de Shvat-, reciban el nombre de Ilan o Ilana, término que significa árbol en hebreo. En esta festividad se acostumbra hacer un seder donde se comen frutos secos en una mesa decorada con flores, alrededor de la cual se leen fragmentos de la Torah relacionados con los árboles y la naturaleza. Existe también la tradición de enviar frutas como regalo a parientes y amigos.
Plantando
Desde el desarrollo del sionismo moderno y con la llegada de los pioneros a la tierra de Israel, quienes comenzaron una ardua tarea de reforestación en el desierto, se inició la tradición de plantar árboles para Tu Bishvat. En algunas comunidades se realizan paseos al aire libre, donde se plantan árboles en forma colectiva. Con el crecimiento del movimiento ecologista, esta festividad, que tenía un carácter secundario, ha ido tomando importancia, especialmente en las generaciones jóvenes y en lo espacios de educación judía, como colegios y movimientos juveniles.
Shavuot es otra festividad intrínsecamente ligada a la agricultura. Si bien por una parte se celebra la entrega de la Torah a Moisés en el monte Sinaí, la festividad también corresponde a la época del año en la que —en Israel en particular y en el hemisferio norte en general— se recogen los primeros frutos. Es por esto que también es conocida como Jag Habicurim o Fiesta de las Primicias. Durante la existencia del templo, se solía llevar los primeros frutos y cosechas como ofrendas a D’s, costumbre probablemente anterior al monoteísmo y seguramente practicada por muchos otros pueblos. De hecho aún es costumbre realizar canastos ornamentales con frutos y flores de la estación y llevarlos a la sinagoga para Shavuot. Durante la festividad se acostumbra a comer lácteos, acompañados por las siete especias características de Israel. También se realiza una noche de estudio, para honrar el haber recibido la ley de D’s. Shavuot es una fiesta de agradecimiento de todo lo que Dios nos ha entregado, los alimentos, buenas cosechas y la sabiduría de la Torah.
Otras festividades, si bien no tienen una relación tan directa con el medio ambiente, siempre reflejan un aspecto valable que tiende a una relación de equilibrio con el mundo. Por ejemplo Pesaj, la fiesta de la libertad, nos plantea la pregunta del límite de dicha libertad, ya sea en nuestra relación con otros como con nuestro planeta. Las plagas de Egipto fueron la forma en que D’s se manifestó frente a la forma de actuar del Faraón, quien oprimía al pueblo judío. La pregunta de hoy es cómo se manifiesta la naturaleza frente a la opresión que nosotros generamos en ella. Esta pregunta también puede ser planteada durante las fiestas altas de Rosh Hashaná y Yom Kipur, durante los diez días de reflexión para meditar sobre nuestro comportamiento con otros seres humanos y de cómo honramos a D’s en cada una de nuestras acciones.
Tikum Olam
Si bien el término Tikum Olam está presente en la mishná, escrita en el siglo II, se usa para referirse en términos legislativos a asuntos de justicia social. No es hasta el siglo XVI en que el cabalista Isaac Luria le entrega una connotación más espiritual a este concepto, como parte del llamado misticismo judío. Luria postulaba que para restablecer el orden del universo era necesaria la búsqueda y liberación de las cápsulas de luz divina que están ocultas en el mundo, conocidas como kelim. De ahí que se haya traducido el concepto como “sanación del mundo” o “reestablecimiento del equilibrio en el planeta”. Actualmente el concepto místico de Luria ha sido replanteado desde la perspectiva social y ambiental, donde la sanación del mundo no es ni más ni menos que la salvación de nuestro planeta frente a las amenazas ambientales que los seres humanos hemos alimentado.
Tikum Olam es el recordatorio permanente por mantener la armonía y el equilibrio en nuestras vidas. Para algunos estudiosos, Tikum Olam es tan fundamental, que en caso de conflicto comanda sobre otros preceptos. El reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones en el equilibrio del mundo, el ampliar el significado mismo del Shabat a toda nuestra existencia, es expandir nuestra mirada individual y de corto plazo, hacia una perspectiva global y de largo plazo, hacia nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos y hacia las generaciones venideras. Practicar el Tikum Olam es pensar en plural y darle peso a nuestras acciones individuales, elevando nuestros espíritus hacia un nuevo nivel de sabiduría y entendimiento.
De la agricultura al comercio
Pero si el judaísmo alberga nociones tan profundas y esenciales con respecto a la ecología, la pregunta de fondo es por qué hemos perdido nuestro rumbo. Si el judaísmo incluye fundamentos ecológicos desde sus pilares tales como los diez mandamientos, la Torah, las festividades y la filosofía; por qué en la práctica nos hemos alejado de una forma de vida respetuosa del entorno natural que nos rodea. La respuesta parece situarse en que el pueblo judío ha sufrido, primero como resultado de la diáspora y después como consecuencia de las prohibiciones de poseer o trabajar la tierra, una desconexión con la vida agrícola. Las festividades ligadas a las cosechas pasaron a tener un significado simbólico y sionista, el anhelo de recuperar la tierra prometida y el estableciendo de una conexión entrañable con ésta a través de los siglos. La tierra de Israel se convirtió en un símbolo representante de una realidad prácticamente abstracta, mientras la vida cotidiana se situaba – y en muchos casos aún se sitúa- ligada a la práctica de diversos oficios y el comercio.
La kashrut continuó siendo una forma de respeto hacia la ingesta de animales, especialmente en sociedades rurales de Europa Oriental y en las comunidades del Medio Oriente, cuya conexión agrícola se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo XX. Las comunidades del centro de Europa y American cambio, pasaron a formar parte de la pujante burguesía en forma mucho más temprana, cortando toda conexión con el trabajo agrícola ganadero, y por ende con los ciclos naturales de los mismos.
En la actualidad, la integración de las comunidades a la sociedad moderna, ha favorecido también una forma de vida basada en una sociedad de consumo. Algunos han buscado una forma de vida judía alternativa, especialmente en comunidades progresistas más abiertas a revitalizar los valores ecológicos del judaísmo. Muchas comunidades más conservadoras también han dado los primeros pasos para volcarse nuevamente a un judaísmo más ético, solidario y responsable con nuestro planeta. Sin embargo aún queda mucho por hacer, activando los espacios comunitarios desde lo administrativo hasta lo espiritual, generando un cambio desde las formas hacia el fondo. Al dar el ejemplo mediante la transformación de nuestras sedes en edificios verdes, al incentivar la organización de eventos amistosos con el medio ambiente y al contextualizar nuestras festividades con un nuevo significado espiritual, tenemos en nuestras manos las herramientas para generar cambios de dimensiones inesperadas. Al retomar las ideas fundamentales de nuestras propias raíces, combinarlas con los actuales conocimientos y descubrir las posibilidades de aportar a construir un mundo mejor, seremos mejores judíos, pero por sobre todo mejores personas.