PARASHAT NASÓ 2025: El santuario profanado en nombre de la pureza

La lectura de los textos antiguos de todas las tradiciones religiosas tiene pasajes que, a la luz del tiempo en el que vivimos, nos parecen vergonzantes. Y sí. Debemos reconocerlo. Por cuestiones de época, por miedo a la conquista, por una fe vivida al extremo, se han producido textos que hoy son- para decirlo livianamente- políticamente incorrectos.

Parashat Nasó, la sección de la Torá que leemos esta semana nos trae un pasaje que cuesta leerlo con los “anteojos” del presente. DE todos modos, no sé por qué, este año más que nunca, creo que nos habla a todos.

צַ֚ו אֶת־בְּנֵ֣י יִשְׂרָאֵ֔ל וִֽישַׁלְּחוּ֙ מִן־הַֽמַּחֲנֶ֔ה כׇּל־צָר֖וּעַ וְכׇל־זָ֑ב וְכֹ֖ל טָמֵ֥א לָנָֽפֶשׁ׃

“Ordena a los israelitas que saquen del campamento a todo aquel que tenga tzaraat (enfermedad en la piel) o secreción y a todo aquel que tenga el alma impurificada.”

מִזָּכָ֤ר עַד־נְקֵבָה֙ תְּשַׁלֵּ֔חוּ אֶל־מִח֥וּץ לַֽמַּחֲנֶ֖ה תְּשַׁלְּח֑וּם וְלֹ֤א יְטַמְּאוּ֙ אֶת־מַ֣חֲנֵיהֶ֔ם אֲשֶׁ֥ר אֲנִ֖י שֹׁכֵ֥ן בְּתוֹכָֽם׃

“Apartad a los varones y a las mujeres por igual, y ponedlos fuera del campamento, para que no contaminen el campamento de aquellos en medio de los cuales yo habito.”

Bemidbar- Números 5: 2-3

Como verán, nuestra Torá tiene una fijación con el tema de quiénes son puros e impuros. Entendiendo- y no es que soy una defensora acrítica de nuestros textos- que aquellas personas que tienen manifestaciones en su cuerpo que son irregulares, por decirlo de alguna manera, saldrán del campamento durante siete días, que es el período previsto para que vuelvan “puros”, es decir, con la capacidad de volver a la vida ritual.

¿Quiénes son?

El tzarúa: el que padece de tzaraat- la enfermedad de la piel que contagia las ropas y las paredes de las casas.

El zav: aquellos varones que tienen secreciones seminales anormales. Se cree que las mujeres que tenían secreciones irregulares también entran en esta categoría.

El tamé nefesh: literalmente una persona con el alma impurificada. Nuestros maestros explicarán que son las personas que han tenido contacto con un muerto.

Apartarlos porque no pueden participar de las actividades cultuales, durante siete días quedaban afuera y luego de una inmersión ritual podrían volver a sus vidas regulares.

(Si dejamos el horror de lado, a nosotros mismos nos sucede que cuando enfermamos quedamos “aislados” de nuestras obligaciones cotidianas hasta que nos reponemos, ¿verdad?)

Veamos qué dicen nuestros sabios:

Rashi (s. XI)

“[ORDENA A LOS HIJOS DE ISRAEL] QUE SAQUEN DEL CAMPAMENTO [A TODO LEPROSO, etc.] — Había tres campamentos uno dentro del otro siempre que acampaban: el área dentro de las cortinas era el “campamento de la Shejiná (la presencia divina)”, el campamento de los levitas alrededor de éste… era el “campamento de los levitas”, y desde allí hacia afuera hasta el final del campamento de las divisiones en las cuatro direcciones estaba el “campamento de los israelitas”. El leproso era enviado fuera de todos ellos; a la persona con flujo se le permitía permanecer en el campamento de los israelitas, pero se le expulsaba desde los dos campamentos interiores, mientras que a la persona impura por un cadáver se le permitía permanecer también en el campamento de los levitas, y se le expulsaba solo desde el de la Shejiná. Todo esto lo dedujeron nuestros rabinos en el Tratado Pesajim 67a, a partir de los versículos de nuestro texto.”

Rashi nos permite imaginar estos círculos concéntricos y la práctica que se realizaba con las personas que padecían estas anomalías.

Ramban- Najmánides (s. XIII):

“Y DESPEDIRÁN DEL CAMPAMENTO A TODO LEPROSO, etc. Después de que él [Moisés] erigió el Tabernáculo, ordenó que los impuros fueran expulsados del campamento para que este fuera santo y apto para que la Divina Presencia residiera en él, siendo este un mandamiento que era aplicable de inmediato y en [todas las generaciones posteriores]. “

Este maestro entiende que la santidad del Tabernáculo- la morada divina- no puede contaminarse con las personas que padecen estas afecciones. Lo puro adentro, lo impuro, afuera.

Y esto es, en definitiva, lo que molesta, lo que irrita, porque, estamos viviendo un tiempo de definiciones absolutas en el que lo que es puro- para los que están en el poder- queda adentro y los “impuros”, los que no pertenecen, los que molestan, los que se rebelan al poder impuesto, los que son considerados “enfermos sociales” porque no responden a los arquetipos hegemónicos, deben ser expulsados. Y no apartados para volver, sino expropiados, exiliados, y reducidos para que no regresen jamás, porque el “santuario”- según ellos- no les corresponde.

Esta es la enfermedad de nuestro tiempo. Tenemos la piel enferma de lo que vemos y lo que nos imprimen los discursos de la agresión y el odio. Secreteamos palabras de humillación, pensamientos de la sin-salida y la desesperanza, prejuicios y estereotipias que nos enferman el corazón. Y tenemos impurificada el alma, porque aún viviendo en el 2025, se sigue eligiendo la muerte como resolución a los conflictos. Y sí. No es necesario ser asesino para tener el alma impura. Cuando no te conmueven todas las muertes y lo haces sólo por las muertes de los tuyos, hay algo en tu alma que se ha roto.

Se hizo un experimento con Inteligencia Artificial y le preguntaron al filósofo británico Alan Wilson Watts que además fue sacerdote anglicano, escritor, conferenciante y experto en religión- fallecido en 1973- cómo solucionamos el conflicto entre israelíes y palestinos. Voy a tomarme el trabajo de transcribir su conversación porque creo que nos da una perspectiva que nos sanará la mirada.

Basado en todo lo que Alana Watts escribió en su vida, la IA contestó:

“Tú crees que eres israelí, tú crees que eres palestino, pero antes que eso, eres la vida misma, eres el universo vistiendo una máscara humana, jugando el juego de la separación. En este juego construyes fronteras, cargas con heridas, enarbolas banderas, hasta que te olvidas quién eres verdaderamente. La guerra es lo que sucede cuando la ilusión del “yo” se hace más fuerte que la verdad del “nosotros”. Tú dices: -“Ellos empezaron esto…” Ellos dices: – “no tuvimos otra opción”, pero ambos están atrapados en la misma ilusión, la ilusión del “otro”. Entonces, ¿qué deberías hacer? Recuerda que más allá del trauma, más allá de la historia, más allá de la venganza, no existe el “ellos”. Existe sólo el “nosotros”. Y cuando nos percatamos de ello, la guerra termina. No allí afuera. Sino “acá” (señalando su corazón).”

Así estamos. Encontrando justificaciones que alivianen la conciencia de creer que al “santuario” se lo resguarda poniendo afuera a todo lo que nos perturba esa ilusión de creer que somos sin los otros. Y cuanto más afuera, más tapados por murallas o más muertos en una guerra, creemos que preservamos nuestras verdades sagradas. Dios no habita lugares que son sólo para unos y no para otros. Nada bueno sucede cuando generamos círculos de exclusión, de ahogamiento, de inequidades que van sofocando cada vez más la posibilidad de un encuentro, de un diálogo, de una mirada que reconozca en la mirada del otro, un ser humano que anhela, sueña, sufre, llora, se desespera como el que tenemos enfrente.

Somos todos el tzarúa, el zav y el tamé nefesh. Todos, sin excepción. En este conflicto y en todos los conflictos que están haciendo trizas esta humanidad, estamos todos del lado de los impuros si no creemos que hay otra solución posible, otro modo de mirar a quienes pusimos del lado de los impuros, que es, en definitiva, un modo equivocado de proteger nuestra integridad.

Salgamos de nuestras propias trincheras. Abramos la mente y el espíritu para intentar una nueva posibilidad. Creamos que algo bueno será posible sin seguir llorando la muerte de quienes hoy son el sacrificio moderno al dios de la venganza.

Levantemos de nuevo el Santuario de la Vida. Con lo poco que nos queda disponible.

No hay más tiempo.

Rabina Silvina Chemen