De judíos y juderías (4)

En 1412 se tomaron medidas durísimas contra los judíos, obligándolos a encerrarse en nuevos barrios y a vestirse con paños burdos y obscuros y llevar un solideo colorado.
Lamentablemente la Iglesia católica se puso del lado del pueblo, mientras la nobleza se dividía en atacantes y defensores de los judíos, y la corona se inclinaba abiertamente a ellos. En 1390 hubo otra vez una matanza terrible.
En los siglos XIV y XV el Maestre de Calatrava encargó a un judío una traducción directa del hebreo de la Biblia, un hijo del maestre de Santiago encargó a un converso la traducción al romance del libro de Maimónides “Guía de perplejos”
Otro gran maestre, el de Alcántara, Juan de Zúñiga, tuvo en su palacio de Zalamea una verdadera Academia de Humanidades y Ciencias (donde enseñó nada menos que Nebrija), a la que llevó al astrónomo judío Abraham Zacuto. Esto no era raro en los grandes señores interesados en la cultura, que recurrían a los judíos en procura de nuevos conocimientos y con esto se demuestra la excelente relación que existía entre los judíos y la más alta nobleza
En una ocasión en que los obispos de Aragón atacaron a los judíos, Fernando el Católico les escribió cartas indignadas, que no llegaron a mandarse por la oposición de sus consejeros.
Es sabido que los judíos prestaron grandes sumas a los reyes católicos para financiar los viajes de Colón.
Joaquín Turina Expulsión judíos Sevilla
El año 1492, que vio el descubrimiento de América, la invención de la imprenta y la rendición de Granada vio también, desgraciadamente, la expulsión de los judíos. Los Reyes Católicos se habían casado en 1469, uniendo los reinos de Castilla-León y Aragón y durante muchos años protegieron a las aljamas. Pero estaban desbordados por la construcción de España, la recuperación de los últimos bastiones moros y el enfrentamiento con sus consejeros adversos a los judíos entre los cuales había no pocos conversos.
En 1478 consiguieron una bula papal para implantar la Inquisición, que empezó a funcionar tres o cuatro años después Se consideraba a esta funesta institución una guardiana de la fe, que debía velar por la ortodoxia y combatir las herejías. Pero la religión de los judíos no era una herejía, era otra religión. No había razón religiosa para perseguirlos y no presentaban ningún peligro. Las conversiones de judíos al cristianismo eran muy numerosas, y las de cristianos a judíos se contaban con los dedos. Sin embargo la Inquisición se especializó en detectar restos de fe judía entre los miles de judíos que eligieron convertirse, en 1492, para quedarse. A estos se les llamaba marranos, y tenían una vida muy dura. Si “judaizaban” en secreto, estaban expuestos a la indiscreción de los niños, a la delación vengativa de un servidor o a la de unos siniestros personajes que aparecieron entonces, los “malsines”, cuya misión era delatar. Un gran escritor argentino de origen sefardí, Marcos Aguinis, ha escrito una novela histórica, “La Gesta del marrano”, que describe elocuentemente las desventuras vividas por marranos en el Norte Argentino y Perú. Porque la Inquisición tenía el brazo largo y se prolongó mucho en el tiempo y en el espacio y no fue abolida oficialmente hasta el año 1834, en el reinado de María Cristina, pero hubo muchos intentos anteriores.
Inquisicion Española
En el reinado de Felipe IV, su privado Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, movido no por nobles sentimientos cristianos sino por poner remedio a una apremiante crisis económica, tanto de la Corona como personal, quiso traer a sefardíes de Salónica y de la costa norte africana prometiéndoles muchos privilegios, entre otros la abolición de la Inquisición. Pero el poder del conde-duque no era absoluto. En este caso el rey no lo apoyó, pues seguía creyendo en las bondades de la Inquisición como defensora de la fe.
En 1798 hubo otro intento de Godoy que tampoco fue refrendado por el rey. Cuando Napoleón invadió España suprimió la Inquisición creyendo que a los españoles les agradaría, pero las Cortes negaron validez a su decreto. En 1813 hubo en las cortes largos debates, idas y venidas sobre el tema, que terminaron restringiendo notablemente el poder de la Inquisición, que ya sólo podría amonestar. Al año siguiente Fernando VII, que no perdía una oportunidad de equivocarse, abolió todo lo actuado por las cortes y restableció la Inquisición. En 1816 promulgó una ley impidiendo la entrada de los judíos en España.
A pesar de que desde el siglo XVIII la Inquisición había actuado con gran indulgencia, las revueltas liberales de 1820 ocasionaron quemas de su sede y grandes manifestaciones en contra. La situación de los judíos había cambiado mucho, se habían diluido en la sociedad cristiana y el antisemitismo era débil. En 1868 se permitió la entrada y estadía de judíos en España, pero no la instalación de sinagogas, que a fines de siglo reaparecieron modestamente En el reinado de Alfonso XIII, Primo de Rivera dispuso que los descendientes de sefardíes pudieran tener ciudadanía española.