
I- INTRODUCCIÓN
II.- OBJETIVOS DE LA UNIDAD
III.- CONTENIDOS
IV.- DESARROLLO DE LA UNIDAD
V.- EVALUACIÓN
I- INTRODUCCIÓN
En esta Unidad Didáctica se presenta la vida de seis personas, cinco de ellas judías, que vivieron de diferentes maneras la Shoá. A través de su propio testimonio o de su biografía, iremos adentrándonos en las diferentes etapas que costituyen el esquema de esta unidad. Siguiendo la base del concepto pedagógico de la Escuela Internacional para la Enseñanza del Holocausto de Yad Vashem, en Jerusalém, se pretende introducir al alumno en el conocimiento de la Shoá por medio de la identificación personal. Así el alumno puede identificarse con alguno de los personajes, y a través de él descubrir algunos conceptos básicos característicos de la época y las distintas maneras con que afrontaron las victimas las dificultades, la tristeza y el horror. No debe olvidarse que la Shoá la sufrieron más de seis millones de historias personales, y que éstas que presentamos aquí tan solo pretenden acercar al alumno a una cifra que, de otro modo, puede parecerles carente de significado por su magnitud descomunal.
Los testimonios y biografías que recogemos en esta Unidad Didáctica son:
- Los testimonios de Tsila Liberman con extractos sacados de su libro «Tselinka, una niña que sobrevivió a Auschwitz», publicado por Yad Vashem, Museo del Holocausto de Jerusalém, (hebreo) y de Giuliana Tedeschi, extractos sacados de una entrevista publicada y de su libro «Hay un punto en la tierra…», (Editorial Letrúmero, castellano). La primera aporta a estas páginas la vivencia como niña, hija, y hermana; la segunda como mujer, madre, y esposa. Ambas son supervivientes de Auschwitz.
- Las biografías de Antek Zukerman y Tzvia Lubetkin recogidas en las páginas de Yad Vashem y del Museo del Holocausto de Washington. Ambos activistas de organizaciones judías juveniles lucharon en el levantamiento del ghetto de Varsovia, y ayudaron a escapar a muchos judíos. Son un ejemplo de la lucha física y moral, ya que en muchos ghettos y en muchos Campos, se intentaron llevar a cabo acciones de levantamiento contra los nazis, algunas con un relativo éxito otras abortadas ya en su planificación o en sus inicios.
- La biografía de Irena Sendler, también de Varsovia, quien, aún no siendo judía, decidió no permanecer impasible y junto con las organizaciones judías clandestina, logró salvar la vida de 2.500 niños judíos. Representa la facultad de elegir individualmente, que tuvieron (y que tienen) las personas, el rechazo a la indiferencia, el valor y el sentido de compromiso con la vida. Ayuda a reforzar la idea de que el Holocausto sí fue evitable.
- Y las voces que se extinguieron de Tomás Kulka, Henoch Konfeld, Zigmond Adler … y más de un millón de niños, que fueron asesinados por los nazis a través del hambre y de la enfermedad, de los golpes, de los fusilamientos y de las cámaras de gas.
II- OBJETIVOS DE LA UNIDAD
La elaboración de estos objetivos se hizo siguiendo las pautas señaladas por la Escuela Internacional para el Estudio del Holocausto, Yad Vashem:
- Acercar a la realidad de los judíos europeos antes de la Shoá.
- Entender los conceptos de Shoá y Genocidio.
- Acceder a los principales sucesos que conforman la historia de la Shoá.
- Conocer el contexto histórico en el que se desarrolló la Shoá.
- Promover la educación, el recuerdo y la memoria de la Shoá.
- Valorar todo lo que se perdió.
- Generar un espacio para la memoria de las victimas y para aquellas personas que contribuyeron a su salvación.
- Sensibilizar sobre lo que supuso humanamente la Shoá.
- Concienciar sobre la importancia de involucrarse en la defensa de valores esenciales como el respeto a la vida, la tolerancia y la democracia.
- Entender que el respeto a los demás, el conocimiento de los demás y la comprensión hacia los demás, son armas esenciales para evitar sucesos futuros de este tipo.
- Desarrollar posturas activas frente a la xenofobia, la discriminación y la indiferencia.
- Reflexionar sobre el uso y el abuso del poder y la responsabilidad que tienen los individuos, las organizaciones y las naciones al enfrentarse con violaciones de derechos civiles y políticas genocidas.
- Ayudar a entender que es su responsabilidad como ciudadanos demócratas aprender a identificar las señales de peligro y saber cuando reaccionar. No debe olvidarse que Hitler subió al poder al ganar unas eleciones.
- Promover actitudes de condena a toda manifestación de intolerancia religiosa, étnica, cultural y social.
III. CONTENIDOS
- La vida antes de la guerra
- El estallido de la guerra
- La vida en el ghetto
- Auschiwtz
- Varsovia
- Las voces que se extinguieron
- Regreso a la vida
IV. DESARROLLO DE LA UNIDAD
LA VIDA ANTES DE LA GUERRA
Se presentan dos extractos de testimonios: Uno de Tselinka (Tsila Liberman), y otro de Giuliana Tedeschi. Ambas biografías estan incluídas en esta Unidad.
Lo más importante de este apartado es que los alumnos vean que gran parte de los judíos que vivían en Europa estaban totalmente integrados en la sociedad de los paises donde vivían. Y que, en muchos casos, los vecinos y amigos con los que habían convivido, trabajado, estudiado y jugado hasta entonces, pasaron de la noche a la mañana, a ser sus enemigos. ¿Qué posibilidades tiene una niña de 7 años de comprender esto? Probablemente ninguna, pero tampoco les resultó fácil comprender esto a los adultos, como nos explica Giuliana Tedeschi.
Cuestiones que se plantean:
A. Sobre el texto de Tselinka
– ¿Qué le ocurre a Tselinka cuando oye la conversación de los pastores?
Tselinka se da por primera vez cuenta de su “diferencia”, no la llega a comprender en toda su amplitud, pero la siente. Cuando vuelve a su casa todo lo ve extraño, diferente, producto del cambio que se produjo en ella, busca en su hogar su patria, ya que desde ese momento comenzó a faltarle la patria, el «hogar», que siempre creyó compartir con el resto de sus amigos. Aún no sabe Tselinka, ni es consciente, del concepto “pueblo”, por lo que ella no busca identificarse con una posible “patria judía” sino que necesita una “patria” más palpable, más cercana, y recurre a lo que la rodea, su casa y su familia. Ante las palabras del pastor, se despertó verdaderamente en ella la señal de alarma, aunque no entendiese el por qué, pues es contundente al afirmar “Una cosa sí supe: esta ya no era mi patria”.
– ¿Qué “se despierta” en el interior del pastor cuando dice “que se vayan a su patria, y nos dejen a nosotros nuestra patria”?
Ante algo tan terrible como el estallido de la guerra, es decir, la invasión alemana de Polonia, no se despierta en el pastor ningún sentimiento patriótico ni de repulsa hacia el nazismo ni hacia los alemanes que son los invasores. Por el contrario, su primera reacción es contra los judíos. El antisemitismo, latente especialmente en Polonia durante siglos, arrinconado y adormecido en el corazón del pastor, se despierta de pronto con la disculpa de la guerra. No debe olvidarse que, sin la colaboración y el silencio de la gran mayoría de la población europea, y mundial, no hubiese sido posible la Shoá.
En Polonia, hacia 1933, había alrededor de 3 millones de judíos. Había 9 millones y medio en Europa. Al finalizar la guerra, dos de cada tres judíos habían muerto.
– ¿Te parece que hay alguna diferencia importante entre la infancia de Tselinka y la tuya?
Se trata sencillamente de que se identifiquen con el personaje, a pesar del tiempo, y de que sean conscientes de que no hay, ni había ninguna diferencia «física» entre un judío y un no judío. Que muchos judíos europeos estaban asimilados e integrados en las sociedades de los países donde vivían. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, sobre todo en los paises del este, había muchas comunidades ortodoxas judías, y que sus características culturales y religiosas (ropas, barba, ritos…), los hacia identificables como tales. Fue precisamente en estas características en las que más se apoyó la propaganda razista nazi, y, si bien en Alemania la mayoria de la población judía no era “identificable” como tal, cuando los alemanes invadieron Polonia encontraron, por fin, ciudades y aldeas repletas de “esos judíos” tan descritos en sus libros propagandísticos. Pero del extracto de Tselinka no se deprende ninguna de estas diferencias, ya que su familia no era ortodoxa, por lo único que en este texto reconocemos que Tselinka era judía es por la mención que hace a la “escuela judía” y al shabat.
Para apoyar estos conocimientos se recomienda la Actividad 1, con el comentario de fotografías de la época anterior a la guerra.
– ¿Sabes qué es el shabat y qué significado tiene en el judaismo?
Se pretende despertar en los alumnos la curiosidad hacia otra cultura, otra religión, otras costumbres, en este caso hacia “lo judío”. Para ello puede consultarse la página web de la Comunidad Israelita del Principado de Asturias www.sefarad.as, o la página www.masuah.org.
B) Sobre el texto de Giuliana Tedeschi
– En las palabras de Giuliana Tedeschi las “diferencias” son contadas por un adulto. Pero el sentimiento de estupor es el mismo. ¿Por qué?
Lo explica claramente Giuliana en el párrafo último.
– ¿Crees que existen las razas? ¿Podrías definir el concepto de “raza”?
Conviene explicar a los alumnos, ante estos textos, y ante el tema que se está tratando en general, algunos conceptos que pueden no tener muy claros o que pueden tenerlos equivocados, como “judío”, “raza” y “antisemitismo”. (Ver concepto Judíos)
EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
Se presentan dos extractos, uno del libro de Tsila Liberman, Tslinka, la niña que sobrevivió a Auschwitz y otro de Giuliana Tedeschi.
Se trata de que los alumnos comprendan la fractura que se produjo, y que se puede producir, en la vida cotidiana al estallar la guerra. A partir de este momento se precipitan los acontecimientos en las vidas de los judíos europeos. El desprecio y la humillación, las leyes racistas y la expulsión de los trabajos, que ya había comenzado años antes, se extienden ahora a todos los paises que va conquistando y anexionando la Alemania nazi, … situación que continuarán con los ghettos, los fusilamientos, y los Campos de Eoncentración y de Exterminio.
Tselinka, al principio, no entiende el miedo de los adultos a la guerra, para ella era tan solo un juego de niños. Los alumnos deben ver la diferencia entre la realidad y el juego.
LA VIDA EN EL GHETTO
Extracto de Tselinka…
Parte de la biografía de Tsila Liberman que conviene explicar a los alumnos:
En 1941 se estableció un ghetto en Kielce y Tsila y su familia tuvieron que abandonar su casa y mudarse al ghetto. La familia sobrevivió a varias acciones militares alemanas (aktzia). Durante esta época algunas de las calles del ghetto fueron convertidas en «campo de trabajo». El padre y el hermano de Tsila recibieron documentación de “trabajadores indispensables” en el ghetto, mientras que Tsila y los demás niños estaban, aún, libres de todo trabajo. En 1943 se llevó a cabo otra acción militar (aktzia) en el ghetto, por la cual los alemanes separaron a los niños de sus familias. Para darle un aspecto más adulto, la madre le untó la cara a Tsila con carmín, e introdujo trapos en sus zapatos para hacerla parecer más alto y también la instruyeron para que mintiera con respecto a su edad, y dijera que tenía 15 años. Milagrosamente, Tsila logró escapar de la suerte de los demás niños que fueron conducidos a la muerte.
Cuestiones que se plantean:
– ¿Qué crees que piensa Tselinka cuando ve a los niños al otro lado del muro del ghetto?
No entiende que la vida continúe normalmente, como si no pasara nada.
Culpa a los niños de que sigan haciendo su vida mientras los niños judíos no pueden. Razona tu repuesta
– Tselinka tenía diez años y medio, pero debe fingir tener 15 para salvar su vida. ¿Crees que, en realidad, después de sus experiencias, seguía sintiendo como una niña de diez?
– ¿Odias verdaderamente tú a alguien?
– Tselinka siente vergüenza por estar viva. ¿Qué piensa de esto?
Tselinka no entiende cómo es posible que la vida continúe como si nada pasase detrás de los muros donde ella y los demás niños estaban obligados a vivir. En los ghettos el hambre, la miseria, y las enfermedades asolaban a la población. (Para informar a los alumnos sobre los ghettos se puede consultar la Enciclopedia del Holocausto en www.ushm.org). La vida conocida hasta entonces se acabó para los niños judíos, y poco a poco tuvieron que abandonar su niñez y convertirse forzosa y rápidamente en adultos. Muchos niños se convirtieron en el único sustento familiar, contrabandeando comida, ya que conseguían más fácilmente pasar a través de los agujeros de los muros de los ghettos a las partes “arias”.
Tselinka tiene 11 años cuando se pregunta por primera vez por qué ella sigue viva. Está es una pregunta que le acompañará toda su vida, a ella y a la práctica totalidad de los supervivientes. Durante la época de la Shoá se encontrará muchas veces con situaciones similares, tremendas, en que es señalada para morir y de las que milagrosamente se libra. Esta será la primera vez que sufre ese ese abismo, y la primera vez que ve una selección. Ante esta pregunta vemos que Tselinka ya no es una niña.
AUSCHWITZ
Se presentan las descripciones de la llegada a Auschwitz de Tselinka y de Giuliana.
Conviene comentar a los alumnos algunos aspectos de la biografía de Tsila Liberman:
Los padres de Tsila intentaron arreglar para ella un certificado de cristiana y enviarla al bosque, para salvarla. Tsila tuvo mucho miedo, pero tras las intensas explicaciones de sus padres aceptó. Pero el plan no salió bien y Tsila, finalmente, se quedó.
En julio de 1944 Tsila y su familia fueron deportados en un vagón de tren al campo de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau. Una vez separadas las mujeres de los hombres, Tsila y su madre fueron trasladadas a los bloques. Tsila trabajó en trabajos forzados en el campo junto con su madre. A pesar de ser muy joven, Tsila logró, junto con su madre, pasar las selecciones sin percances. En una de las selecciones fue enviada por Josef Menguele a las cámaras de gas, pero logró huir y reunirse con su madre. Desde Auschwitz-Birkenau, Tsila y su madre fueron trasladadas al campo Ravensbruck y de allí al campo de Malchov. Al final de la guerra Tsila y su madre fueron liberadas en camiones de la Cruz Roja, y trasladadas a la ciudad de Köln. Desde allí, después de un largo viaje, llegaron a Dobersdorf, a un hogar de reposo llamado Helsin. Durante la estadía en ese lugar les llegó la dura noticia sobre el hermano de Tsila – Tadek – quien murió cerca del día de liberación. El padre, Itzjac, fue hallado vivo y aguardó a su familia en la ciudad de Kielce.
Finalmente Tsila y su familia inmigraron a Israel.
Y de la vida de Giuliana Tedeschi:
Después de años difíciles, el 18 de marzo de 1944, Giuliana, su marido y su suegra, Eleanor Levi, fueron denunciados a los fascistas y arrestados. Sus hijos se salvaron gracias a Annetta, una sirviente que durante treinta años estuvo con la familia, que a pesar de las amenazas de los nazis de que volverían pronto a buscar a los niños, escapó con ellos y los puso a salvo.
Los tres fueron conducidos al campo de transito de Fossoli, y de aquí, el 5 de abril de 1944, deportados a Auschwitz-Birkenau con otras 600 personas. Eleonora Levi fue seleccionada para la cámara de gas; Giuliana entró primero en Birkenau, donde estuvo hasta finales del otoño, cuando fue trasferida a Auschwitz I. Giorgio fue internado en Auschwitz, pero Giuliana abandonó el campo en una de las marchas de evacuación, «marchas de la muerte», a Ravensbrük, en 1945, después fue transportada a Malchow. Su marido murió en una de estas marchas. Fue liberada por los rusos y los franceses durante la última marcha de evacuación. Después de la guerra se reunió con sus hijos. Fue profesora en un liceo en Turín, y realizó una intensa actividad de testimonio y de memoria de la deportación y la persecución nazifascista.
Asimismo parece conveniente explicar las diferencias que había entre Campo de exterminio y Campo de Concentración. (Ver Los Campos Nazis o consultar la página web de la Enciclopedia del Holocausto en Yad Vashem)
Cuestiones que se plantean:
A) Texto de Tselinka
– ¿Por qué crees tú que lloran las mujeres cuando ven a una de ellas arreglándose?
Saben que van a convertirse, en el mejor de los casos, en la imagen de las personas que ven ante ellas y el contraste del mundo que abandonan definitivamente, simbolizado en una barra de labios y una polvera, les permite ver la realidad en toda su crueldad. De hecho, hay que pensar que esta escena se queda grabada en la mente de Tselinka.
– ¿Qué palabras clave sacarías tú de la descripción de la llegada a Auschwitz de Tselinka?
Palabras como extensión de terreno, chimeneas, bloques, esqueletos, descalzos, silencio, irreales (no seres humanos)…
– Del relato se desprende que Tselinka, de 11 años, no tiene miedo a morir. ¿De qué tiene miedo?
Tselinka tiene miedo al sufrimiento y al dolor. La muerte, después de sus experiencias, forma parte de su vida, y no lo ve como algo ajeno, pero el miedo al momento exacto de la muerte, a la forma en que esta sea llevada a cabo, a sufrir y a sentir dolor, es lo desconocido. Como niña que es necesita oír las palabras cálidas de su madre, sólo eso le basta.
B) Texto de Giuliana Tedeschi:
– ¿Por qué dice Giuliana “aún con ojos de turista”?
La descripción de Giuliana Tedeschi es un contrasta entre la muerte y la vida. Donde hay muerte lo abarca todo, la vida incluso es muerte. Pero, al igual que Tselinka en el Ghetto veía el fluir de la vida al otro lado del muro, Giuliana aquí ve el paisaje que rodea al campo de exterminio plagado de vida. Y en el interior de esa vida el abismo de Auschwitz.
– ¿Qué palabras clave sacarías de esta descripción de Auschwitz…?
Palabras como tierra desolada, muertos, odio, dolor, oscuridad, gris, barracones….
– ¿Qué palabras te coinciden con las que sacaste anteriormente?
La descripción de la amplitud del terreno, el aspecto de los prisioneros, la soledad.
– En una hoja pega algunos recortes de paisajes bonitos, como los que describe Giuliana cuando mira con ojos de turista, y en el centro de ellos pon la foto de un campo de concentración.
Se trata de acercar al alumno a la realidad que suponía esta primera visión de Auschwitz. A la realidad del abismo, más fácil de imaginar viendo el contraste.
VARSOVIA
En este apartado presentamos la biografía de Antek Zukierman y Zivia Lubetkin que, como ya dijimos en la introducción, participaron en el levantamiento del ghetto de Varsovia y ayudaron a salvar muchas vidas judías. La idea de que los judíos no lucharon, que fueron “como ovejas al matadero”, es una idea que hay que abandonar, ya que numerosos documentos atestiguan que, además del conocido Levantamiento del ghetto de Varsovia, en otros ghettos, como el de Vilna y Bialystok, se intento luchar y se luchó. Asimismo muchos judíos formaban parte de las fuerzas de resistencia locales. Incluso en algunos Campos de exterminio se llevaron a cabo sublevaciones como en Sobibor y Treblinka. (Ver «La resistencia judía y Sionismo»)
LAS VOCES QUE SE EXTINGUIERON
Se presenta una breve biografía, con su fotografía, de tres niños asesinados en las cámaras de gas. Se pretende poner un nombre y un rostro a la terible y trágica cifra de más de un millón de niños asesinados por los nazis.
Las preguntas que se hacen tienen un único sentido, acercar a los alumnos a las vidas que se perdieron, a lo que podrían haber sido, a lo que no fueron, a sus sueños y a sus juegos.
– ¿Recuerdas algún pensamiento tuyo a la edad de siete años? ¿Y algún juego o algún objeto con el que jugases que te gustase especialmente?
– ¿Recuerdas algún sueño de cuando tenías esa edad?
– ¿Te parece que fue hace mucho tiempo cuando tenías siete años?
– ¿Crees que te ocurrieron muchas cosas desde entonces y qué hiciste muchas otras?
ACTIVIDAD: Escribe una pequeña biografía de uno de estos niños con los datos que leíste y añadiéndole algún párrafo más de tu invención. Sí te parece puedes añadirle a la vida de Tomás, Henoch o Zigmond algún objeto personal tuyo con el que posiblemente le hubiera gustado jugar, o algún sueño tuyo.
Para más información ver «Los niños escondidos» de Diana Wang, o consultar la página web de Yad Vashem.
EL REGRESO A LA VIDA
Este apartado está basado, prácticamente en su totalidad, en la Unidad Didáctica publicada en la Escuela Internacional para la Enseñanza del Holocausto, Yad Vashem.
Han pasado más de sesenta años desde el fin de la Shoá y de la II Guerra Mundial. En general, la cuestión de cómo los sobrevivientes de la Shoá se enfrentaron con sus vidas una vez finalizada la guerra es puesta de lado, en beneficio de la ocupación en los años de la guerra en sí. Consideramos que el estudio completo de la Shoá no puede centrarse sólo en los años en los que ocurrió. En el marco del enfoque en la figura del individuo judío antes, durante y después de la Shoá, los relatos de los sobrevivientes de la Shoá tienen un lugar esencial y especial.
El objetivo es estimular a los alumnos a reflexionar sobre cómo los sobrevivientes de la Shoá se enfrentaron a sus vidas una vez finalizada la guerra. Y sobre el significado de la confrontación de los sobrevivientes de la Shoá con el dolor de la liberación y el regreso a la vida.
Puntos para considerar antes de llevar a cabo la actividad:
Las personas que sobrevivieron a la Shoá, se encontraban, a su finalización, en graves condiciones, tanto desde el punto de vista físico como del espiritual (de acuerdo a una estimación, unos 20.000 prisioneros judíos murieron en Alemania durante las primeras semanas después de la liberación). Ellos perdieron todo lo que les era conocido en el pasado: familia, hogar, cultura, amigos. El mundo al que salieron al finalizar la guerra era un mundo de soledad, un mundo de lucha por la vida, por la identidad, por la reconstrucción de la confianza en los seres humanos y la creación de un nuevo valor para la vida. Ocuparse de este tema presenta preguntas educativas y humanas que tienen una importancia fundamental. ¿Cuál es el significado para nosotros del camino que siguieron los sobrevivientes de la Shoá en su travesía de vuelta a la vida?
El estudio de la Shoá presenta un desafío a alumnos, educadores e investigadores en diversos campos y disciplinas. Una y otra vez, durante muchos años, tratamos de estudiar y comprender que pasó “allí”. Antek Zukierman, uno de los líderes de la rebelión del gueto de Varsovia, en un testimonio de los años 90, habla sobre el “abismo psicológico” que se abrió entre los sobrevivientes de la Shoá y los que no estuvieron allí. Él increpó a los nacidos en el país diciéndoles que nunca podrán entender totalmente a los sobrevivientes de la Shoá. Es importante recordar este punto en el debate educacional que llevamos a cabo con nuestros alumnos: existen campos que, aunque profundicemos en ellos y los investiguemos más y más, no podremos comprender. Estamos de acuerdo en que estamos limitados en nuestra capacidad de comprender los hechos del mismo modo en que las comprendió, por ejemplo, Antek Zukierman, pero como educadores, nos sentimos comprometidos a intentar enfrentarnos con el tema con nuestras herramientas – cuyas fuentes provienen de diversas disciplinas (filosofía, sociología, teología, literatura, etc.). De esta manera nosotros – que no estuvimos “allí” – tratamos de enseñar sobre el “allí” para que no sea olvidado. Al compromiso y al deseo de recordar se une el intento de comprender, y la comprensión es la que crea la empatía.
Hoy, decenas de años después de la finalización de la guerra, somos testigos de que la mayoría de los sobrevivientes de la Shoá pasaron un proceso de rehabilitación personal, y se integraron a todos los campos de la sociedad. La mayoría de los sobrevivientes de la Shoá fundaron familias, adquirieron oficios y educación, y un número importante de ellos incluso llegó a posiciones claves en la sociedad. Sin embargo, si volviéramos en el tiempo al día de la liberación, y tratáramos de imaginar qué será de los sobrevivientes, es muy probable que la situación que nos imaginaríamos fuera diferente. Como dijo Abba Kubner: “No me hubiera llamado la atención que esa misma gente se convirtiera en una banda de ladrones, bandidos y asesinos, y entonces tal vez serían también los más humanos y los más justos que se puede ser en el mundo”.
La fuerza que mostraron no está sobreentendida, y por lo tanto no debemos aceptarla como tal. Creemos que para poder comprender profundamente lo singular y lo asombroso de ese proceso de rehabilitación, no deberíamos saltar las primeras etapas que pasaron los sobrevivientes de la Shoá después de la liberación. Si comprenderemos el difícil punto de partida del que salió el sobreviviente después de la guerra, la ruina y la desesperación con los que se enfrentó, la rehabilitación se convertirá en mucho más significativa.
El debate sobre los sobrevivientes se ocupa de dos procesos acompañados de sentimientos: vacuidad acompañada de desesperación y una gran ruina por un lado y fuerzas para una rehabilitación asombrosa por el otro. Es muy importante aclarar la relación entre esos dos procesos. No hay una separación dicotómica entre ellos. A nosotros, como observadores desde afuera, nos resulta mucho más fácil ver la rehabilitación, que efectivamente existe, y que es, por cierto, asombrosa. Pero, junto con ella, el dolor y las duras sensaciones siguen acompañando a los sobrevivientes de la Shoá. Ambos están presentes simultáneamente en esas personas. El nuevo mundo que construyeron ciertamente llena espacios vacíos en las almas de los sobrevivientes, pero no reemplaza al mundo anterior que se les perdió y sigue estando presente. Esto fue expresado muy bien por Dov Freiberg, sobreviviente del campo de exterminio Sobibor:
“Una persona no es capaz de llorar todo el tiempo. Además de que se le termina el llanto, un día cualquiera deja de llorar, y no puede estar deprimido todo el tiempo, si está vivo. O sea, hay situaciones en el campo de exterminio, a pocos metros de las cámaras de gas, la gente está sentada y cuentan chistes y gritan. Y por supuesto que después de la guerra yo, por el contrario, intenté, puede decirse, divertirme mucho. ¿Qué quiere decir divertirme? Es decir beber, comer, y está claro que lo que pasa en este caso es que a veces mientras te estás riendo y divirtiendo, te pasa muy cerca, muy rápido una pequeña imagen. ¿Cómo qué? Ves una imagen de Sobibor. Es suficiente. Ves mujeres desnudas que van a las cámaras de gas… [larga pausa], que te saca del equilibrio. Pero si preguntan a mis amigos, es sabido que soy un muchacho feliz, soy feliz y yo sé cómo regocijar a otros. Pero tal vez sea al revés, tal vez el deseo de reír y alegrarse es una especie de defensa contra la depresión. Pienso que no podría vivir sin eso. Si no pudiera reírme hoy – no sería capaz de vivir”.
En el regreso a la vida de los sobrevivientes se encarnan valores humanos: fuerza y esperanza. La elección que hicieron parte de los sobrevivientes, por ejemplo, con respecto a la venganza: el nuevo significado que le dieron a la venganza; la elección de no vivir vidas impulsadas por el odio, la amargura y el rencor.
El proceso de regreso a la vida está constantemente acompañado por recuerdos dolorosos. Los sobrevivientes hablan del deseo de volver a una vida normal, al mismo tiempo que se encuentran arrastrados nuevamente al “agujero negro”, a Auschwitz (por ejemplo). Por lo tanto, el descubrimiento del mecanismo de reconstrucción significa también descubrir los recuerdos duros del viejo mundo que siguen acompañando sus vidas en el presente.
V.- EVALUACIÓN
Cualquiera de los materiales usados puede usarse como evaluación para comprobar si el alumnado ha conseguido los objetivos.
I. La vida antes de la guerra.
«… ¡Esperé tanto el día en en que vestiría el uniforme de la escuela! ¡Qué preocupada estaba […]
…Era una escuela judía estatal para niñas. En esta escuela también había estudiado mi madre. […] …Mamá, con orgullo maternal, enseñó a todos mis cuadernos. […]
… ¡Vacaciones!¡Vacaciones!, era el grito de alegría de todos los niños cuando llegaban las vacaciones. También nosotros gritamos con todas nuestras fuerzas. Alejados de los directores, de los profesores, de la escuela. […
…Llegamos a Busko-Zdrój […]…Se extendían ante nuestros ojos territorios gigantescos de campos, jardines y bosques, colinas y montes. Todo verde y floreciente. Nosotros, mi hermano (Tádek) y yo, nos escabullimos al campo… Dos chicos lugareños tocaban la flauta. «¡Eh, nuevos, ¿queréis hacer un trato?», gritó uno de los pastores. «Vosotros nos traéis pastel y nosotros os dejamos tocar la flauta y escalar con nosotros el monte» Mi hermano me hizo una señal con la cabeza y respondimos con entusiasmo: «Aceptamos» […]
…Papá venía todos los viernes parar pasar con nosotros el Shabat. Le esperábamos con ansiedad. Eran momentos de felicidad. Papá, normalmente, con rostro afable, ojos alegres y sonrisa encantandora, traía sus manos repletas de regalos. Nosotros ocupábamos nuestro lugar a su lado, cada uno con sus historias. Papá escuchaba pacientemente […]
…Un fin de semana llegó papá, le estábamos esperando, su cara no era la de siempre. Sus ojos estaban tristes y no se sentó entre nosotros como acostumbraba a hacer, no tuvo paciencia para escucharnos: «Salid a jugar, niños, salid a jugar» […]
… Estaba con los amigos y los pastores Vladek y Stefen. Y entonces los oí susurrar.
“¿Oiste? ¡Ha estallado la guerra!” dijo uno.
“¿Te interesa?”, dijo su amigo.
“¿No ves como los judíos abandonan el lugar antes de que terminen las vacaciones? Se apresuran a volver a sus casas a esconder los tesoros que nos robaron”.
“¿Por qué dices eso? Ellos son fieles, a nosotros y a nuestra patria”, respondió su compañero.
“Tú eres tonto. ¿Quién necesita su fidelidad? ¡Que se vayan a su patria y nos dejen a nosotros nuestra patria!”
“!Mamá! ¡Mamá!”, irrumpí dentro de casa con las lagrimas brotando de mis ojos. “! Mamá! ¡Mamá! ¿Está no es nuestra patria? ¿Entonces dónde está nuestra patria?” […]
…Con alegría volvimos a casa, sin embargo, me pareció que todo había cambiado, una extraña tristeza …todo
No supe el motivo del cambio que comenzó a producirse en mí y a mi alrededor. Una cosa si supe: esta ya no era mi patria».[…]
Extractos de “Tslinka, la niña que sobrevivió a Aushwitz” de Tzila Liberman
Los sentimientos de Tselinka son los normales de cualquier niño de su edad. ¿Qué le ocurre a Tselinka cuando oye la conversación de los pastores? ¿Te parece que hay alguna diferencia importante entre la infancia de Tselinka y la tuya? ¿Sabes qué es el Shabat y que significado tiene en el judaismo?
“..Nací en Milán en 1914, en una familia medio-burguesa, lo que me permitió tener una infancia y una adolescencia normales. Viví el judaismo en la intimidad doméstica, y en las festividades religiosas en la Sinagoga. En una atmosfera de asimilación. Terminados los estudios en la Universidad, aprobé las oposiciones que me daban derecho a la enseñanza de literatura en la escuela superior. En espera de destino, trabajaba como voluntaria en la cátedra de lingüística de la Universidad de Milán. Un día, era el 5 de septiembre de 1938, los periódicos de la mañana, publicaron un procedimiento gubernativo que regularía la universidad y todas las escuelas ese próximo otoño. Así se inició la legislación racial fascista. […] …. En la enseñanza de las escuelas estatales… no podrán ser contratadas personas de raza judía… ni podrán ser contratados como asistentes universitarios. en las escuelas de cualquier orden y grado no podrán ser inscritos alumnos de raza judía. […]. Poco después fueron prohibidos los libros de autores judíos […]
… La primera reacción fue de gran estupor e incredulidad, porque los judíos italianos, desde la mitad del s. XVIII estaban insertos en el tejido social y en la vida, ocupando cargos públicos relevantes y participando con honor en todas las guerras nacionales desde el Renacimiento. No estaban acostumbrados a restricciones ni a persecuciones. Formaban parte de una burguesía nacional próspera y activa. […]
Giuliana Tedeschi. Extracto del Prólogo a su libro “Hay un punto en la tierra…»
En las palabras de Giuliana Tedeschi las “diferencias”, son contadas por un adulto. Pero el sentimiento de estupor es el mismo. ¿Por qué? ¿Crees que existen las razas? ¿Podrías definir el concepto de “raza”?
ACTIVIDAD 1
Descripción de fotografías: “La vida judía antes de la guerra”
II. El estallido de la guerra.
…»La guerra ha comenzado», respondió papá. Las palabras sonaron como campanas pregonando el mal. […]
…No tuve miedo. Para mi eso se convirtió en un juego de niños. Había visto a mi hermano y a su amigo jugar a la guerra. ¿De qué tenían todos tanto miedo? ¿Cuando fueron niños no jugaron a la guerra? En momentos de peligro se levantan las manos y se dice:»¡Me rindo! Y la guerra finaliza. Uno gana y el otro pierde. No es agradable, pero no hace falta tener tanto miedo. […]
…»¡Tselinka, levántate! ¡Despiértate, mi niña, levántate!», me sacudió mamá. «¡Rápido! ¡No llores! ¡Vístete rápido, tenemos que huir, rápido, rápido”! «¡Quiero dormir, dejadme! No quiero huir, no tengo miedo, sólo quiero dormir»
Mi hermano, Tadek, se acercó a mí. Abrí los ojos. Era la primera vez que le veía tan triste y pálido. Me acarició la cabeza y dijo: «¡Levántate, levántate, no provoques más penas! Ya eres una niña grande, los alemanes están a punto de entrar a la ciudad y matarnos a todos, ¡levántate!»
Aquellas fueron las palabras de mi hermano de 11 años que en una noche se transformó en un adulto serio y responsable. […]
…Todos querían subir a los autobuses.[…] …Papá había sido jefe contable de la compañía de autobuses. Subimos los primeros. Una terrible sofocación reinaba en el autobús. El desfallecimiento se apoderaba de todos nosotros.¡¿Y? ¡Qué se mueva ya, que arranque ya, quizás así entre un poco de aire! De pronto el zumbido de la aviación. Se oyó una larga alarma. Un ruido ensordecedor. Algo explotó a nuestro lado, otra explosión, y otro ruido espantoso.
El llanto y los gritos se oían por todos lados, todos comenzaron apresuradamente a huir en dirección a los refugios. […]»
Extractos de “Tselinka, una niña que sobrevivió a Aushwitz” de Tzila Liberman.
¿Cómo se imaginaba Tselinka la guerra?
¿Cómo vivió Tselinka el principio de la guerra?
¿Y su hermano, Tadek?
¿Cómo te imaginas tú la guerra?
¿Qué supuso para Giluiana Tedeschi el comienzo de la guerra?
III. La vida en el «ghetto».
… A los pocos días todos los judíos, que entonces eran más de 30.000, tuvieron que concentrarse en una zona determinada que ocupaba unas cuantas calles. Los judíos entregaron sus casas y sus espaciosos pisos a sus vecinos cristianos, que se alegraron con el cambio, ya que ellos dieron a los judíos sus pisos de habitación y media o dos habitaciones […]
…Nosotros, los niños, mirábamos sobre el muro y nos preguntábamos: «¿cómo es posible que allí, al otro lado del muro, corran los niños polacos de nuestra edad, alegres y libres, estudien en la escuela, vayan al cine, paseen por los parques municipales?» […]
…La situación en el ghetto se precipitaba. Cada día aventajaba al anterior en viudas, huérfanos y padres que perdían a sus hijos. Grupos de hombres eran arrestados en las calles o en sus pisos. O eran enviados a un trabajo del cual no volvían. El hambre crecía de día en día y las enfermedades contagiosas castigaban a los habitantes del ghetto.[…]
…”Los niños se quedan aquí”, indicó… pero nadie se movió. Mi padre me cogió de la mano derecha, a mi izquierda estaba mi madre. En mi imaginación vi como asesinaban a mis padres ante mis ojos. Grité: “¡No quiero que os maten por mi culpa! ¿Dónde está Tadek?” Debido a los disparos y a las advertencias de los alemanes, por todas partes se oían el llanto de los padres y los gritos de los niños.
Parecía que los edificios abandonados de alrededor, y también el cielo y el sol… todo, llorara con un gran llanto que únicamente no llegaba al corazón de los asesinos alemanes[…]
…El grupo de niños iba aumentando. De la otra parte del campo vi a mi hermano Tadek corriendo a nuestro encuentro a través de los guardias alemanes. Nos vio, a mis padres y a mí, acercándonos al jardín.
“¡Mamá! ¡Papá! ¡¿Qué pasa conmigo?! ¡ ¿Porqué me dejasteis solo?!”
Los gritos de mi hermano despertaron a mamá de su adormecimiento, sus ojos brillaron, buscando respuesta a sus preguntas. […]
¿Qué crees que piensa Tselinka cuando ve a los niños al otro lado del muro del Ghetto?
* No entiende que la vida continúe normalmente, como si no pasara nada
* Culpa a los niños polacos de que sigan haciendo su vida mientras los niños judíos no pueden.
RAZONA TU RESPUESTA
Tselinka tenía diez años y medio, pero debe fingir tener 15 para salvar su vida.
* ¿Crees que, en realidad, después de sus experiencias, seguía sintiendo como una niña de diez?
* ¿Odias verdaderamente tú a alguien?
* Tselinka siente vergüenza por estar viva. ¿Qué piensas de esto?
IV. Auschwitz.
«..Este es el aspecto de lo que vimos: un terreno que se extendía hacia lo lejos, sembrado de bloques, filas y filas de bloques, alambres de púas alrededor y por los lados, de vez en cuando una torre de vigilancia. De cada bloque sobresalían dos chimeneas. A lo lejos se elevaban dos chimeneas especialmente grandes. Un silencio dominaba el enorme terreno. Todo estaba enmudecido.
De pronto irrumpieron de dentro de los bloques cientos de esqueletos, cabezas afeitadas, todos tenían una única ropa: pijama de rayas. Unos llevaban los pies descalzos, otros llevaban zapatos de madera. En sus manos sostenían algo, era difícil distinguir qué era. En unos segundos se pusieron al lado de los bloques como en orden militar. Y de nuevo el mismo espantoso silencio.
¿Quiénes eran los hombres esqueleto? ¡No tienen pelo! ¡Todos en pijama! ¿Son mujeres u hombres? ¿Son en verdad seres humanos?
Una mujer, que estaba entre nosotros, ante la espantosa visión, sacó con rapidez una polvera y una barra de labios del hatillo que estaba a sus pies y comenzó a arreglarse. El resto de las mujeres, al ver esto, comenzaron a llorar. “¿Por qué lloráis?” se enfadó la mujer, con la polvera en una de sus manos;
“¿No veis que esto es el manicomio? Premeditadamente nos trajeron aquí. Nos meterán entre los locos. Nos afeitarán el pelo de la cabeza, y en poco tiempo nos convertiremos también nosotros en locos. ¡No, de ninguna manera les dejaré afeitarme el pelo de la cabeza! No quiero parecerme a ellos. ¡No, No quiero!
El llanto en el vagón creció. El marido de la mujer se acercó a ella, la abrazó contra su pecho, con delicadeza le quitó la polvera y la barra de labios de su mano y le dijo: «cálmate por favor, no están locos, dentro de poco también nosotros tendremos ese aspecto. ¡Sólo sé fuerte y valiente!». Entonces todos comenzamos, familia a familia, a abrazarnos y a consolarnos unos a otros, a pesar de que las palabras de consuelo ya estaban agotadas.
Se oyeron ladridos de perros alrededor de los vagones, los gritos de los hombres de las SS se mezclaron con los ladridos. Escuchamos también conversaciones en yiddish.
Uno de los prisioneros nos gritó: “Judíos, ¿de dónde sois?”
“Somos los últimos judíos de la ciudad de Keltse”.
“¿Keltse? ¡Oh, Keltse! ¡Yo soy de Keltse! Me enviaron aquí hace dos años. ¿Cómo está mi familia? ¿Alguien quedó con vida?”
Con pesar le respondieron: “No hay entre nosotros nadie de tú familia”. Nos sorprendió que el chico no manifestase tristeza, al contrario, en su voz se notó alivio: “Que bien. Que no veré como son llevados ante mis ojos a la cámara de gas”.
“¡¿Qué dices?!¡¿Qué cámara de gas?! ¡Cuenta, cuenta todo, eres de nuestra ciudad!”
Habló con rapidez y fue difícil entenderlo.
“¡Judíos!¡Mis hermanos queridos! Llegasteis a Auschwitz. Me apena contároslo, pero en breve os sacarán de los vagones. Os quitarán todo. Y os llevarán a las duchas. Allí es el fin. Gas. Muerte con gas. Y los cuerpos serán quemados. La vida no es nada. Mejor así que sufrir en este campo. Hoy tú, mañana yo, y así todos. ¡Quién llega aquí sólo sale de aquí camino de la chimenea!”[…]
…En el mismo momento sonó en mi cabeza sólo una frase: “¡Camino de la chimenea! ¡Solo camino de la chimenea!
Las puerta de los vagones se abrieron con ruido. […]
…¿Verdad, mamá? ¿Verdad que el gas no duele?, ¿que es una muerte muy rápida, incluso mejor que las alambradas eléctricas? […]»
Extracto de» Tselinka, una niña que sobrevivió a Aushwitz», de Tsila Liberman
* ¿Por qué crees tú que lloran las mujeres cuando ven a una de ellas sacar su polvera y arreglarse?
* ¿Qué palabras clave sacarías tú de la descripción de la llegada a Auschwitz de Tselinka?
* Del relato se desprende que Tselinka, de 11 años, y después de todas las traumáticas y terribles situaciones que le tocaron vivir, parece que no teme a la muerte, ¿a que teme realmente? ¿cómo busca apaciguar su miedo?
* Y tú, ¿de qué tienes miedo o qué es lo que más te preocupa? ¿Cómo logras apaciguar tu miedo?
“Hay un punto en la tierra que es una landa desolada, donde las sombras de los muertos son legión, donde los vivos están muertos, donde existen sólo la muerte, el odio y el dolor.
De noche, lo circundan y separan de la vida las tupidas paredes de la oscuridad; de día, la infinitud del espacio, el silbar del viento, el graznar de los cuervos, el cielo tempestuoso, el gris de las piedras. Se llega hasta allí confiado en tren, tras una carrera a través de los verdes bosques de Baviera y a lo largo de las frescas orillas del Moldau, contempladas aún con ojos de turista. Pero cuando se ha cerrado la verja y se han traspasado las alambradas, se está en el abismo.
La gente en aquel remoto lugar tiene los ojos dilatados y opacos, secos y hostiles. Quien entra, espera que el tiempo pase y que sus ojos se vuelvan inexpresivos y turbios o que se cierren por el cansancio y por el horror” […]
…filas y filas de barracones iguales… El lugar podía haber brotado aquella noche de la tierra, como en una noche la erupción de un volcán trastueca un paisaje, o podía ser el producto de una fantasía alucinada: era único, estaba solo, fuera del mundo…[…]» del libro “Hay un punto en la tierra…”, Giulana Tedeschi
* ¿Por qué dice Giuliana “aún con ojos de turista”?
* ¿Qué palabras clave sacarías de esta descripción de Auschwitz de Giuliana Tedeschi?
* ¿Qué palabras te coinciden con las que sacaste anteriormente?
* En una hoja pega algunos recortes de paisajes bonitos, como los que describe Giuliana cuando mira con ojos de turista, y en el centro de ellos pon la foto de un campo de concentración o de imágenes que expresen la descripción de Auschwitz.
V. Varsovia.
Itzjak (Antek) Zukierman y Zivia Lubetkin:
Antek nació en Vilna en 1915, en el seno de una familia tradicionalista. Cuando terminó la escuela secundaria judía, en Vilna, se unió a varios movimientos juveniles sionistas (“Hejalutz” y “Hajalutz Hatzair”). En 1936, con 21 años, el movimiento le llamó a Varsovia, y dos años después fue nombrado uno de los dos secretarios generales del movimiento juvenil unido “Dror Hejalutz”. Recorrió congregaciones judías en ciudades y pueblos, especialmente en el este de Polonia, y se ocupó de la organización y la instrucción de sucursales y grupos juveniles. Al estallar la guerra, en septiembre de 1939, abandonó Varsovia junto con sus compañeros del movimiento y se dirigió a los territorios del este que habían sido conquistados por la Unión Soviética. Allí se encargó de la organización de los movimientos en la clandestinidad.
En abril de 1940 entró al territorio ocupado por los alemanes. Se convirtió en uno de los líderes destacados del movimiento clandestino en Varsovia y en toda Polonia, y visitó ilegalmente los ghettos. Con el inicio de la gran deportación de Varsovia, el 22 de julio de 1942, un grupo de activistas se reunió en el ghettoo, y Antek les exigió, en nombre del movimiento ‘Hejalutz’, salir a las calles y oponerse por la fuerza a la captura de los judíos. Pero su propuesta fue rechazada.
El 28 de julio se creó la ’Organización Judía Combatiente’ (OJC), y Antek fue nombrado miembro de su dirección general. En diciembre de 1942 Antek salió como enviado de OJC a Krakov para debatir líneas de acción con miembros del movimiento de resistencia local, y en la noche del 22 de diciembre, después de una operación militar de la organización en Krakov, fue herido en la pierna y a duras penas pudo volver a Varsovia. Cuando comenzó la segunda etapa de la deportación del ghetto, en la primavera de ese mismo año, Antek y un grupo de combatientes, se parapetaron en una casa del ghetto y abrieron fuego sobre los alemanes que trataron de atraparlos. También tomó parte de las preparaciones para la rebelión que tuvo lugar en abril. Al estallar la rebelión, Antek salió a la parte polaca de Varsovia para actuar como contacto con las organizaciones de combate de los movimientos clandestinos polacos. Durante la rebelión, Antek trató de pasar armamento para los combatientes, y durante los últimos días de combate, junto con otros compañeros del movimiento, se ocupó de enviar una misión de salvamento que se infiltró al ghetto en llamas a través de los canales de desagüe.
Con él estaba Zivia Lubetkin, uno de los personajes más importantes de la resistencia en Polonia y una de los fundadores de la “Organización Judía Combatiente”.
Ella tomó parte de la primera acción de resistencia de la OJC en enero de 1943 y también en la rebelión del ghetto de Varsovia en abril. En los últimos días de la rebelión estuvo en el refugio de comandancia de la organización y el 10 de mayo pasó con un grupo de sobrevivientes a través de los canales de desagüe a la “parte aria” de la ciudad. Hasta el fin de la guerra Zivia estuvo en el movimiento de resistencia y oculta en la Varsovia polaca, fue miembro de las compañías de la OJC que actuaron en la rebelión polaca de Varsovia entre agosto y octubre de 1944. En cierta etapa el guardaespaldas de Antek, Kajik, que había sido enviado a través del alcantarillado para revisar qué pasaba en la parte judía, decidió colocar a Zivia en un camión junto con un grupo de 20 personas de las decenas de combatientes escondidos allí, y sacarlos de Varsovia. Poco tiempo después los alemanes inundaron el alcantarillado, causando la muerte de los que se quedaron allí. Con el tiempo, Zivia y Antek contrajeron matrimonio.
Después de la rebelión, Antek trabajó junto con algunos de los sobrevivientes en el ‘Comité Nacional Judío’. Ayudaron a judíos ocultos, establecieron contactos con judíos en algunos de los campos de trabajo que quedaban en la Polonia ocupada y con algunas unidades de partisanos judíos que estaban en los bosques del centro de Polonia. Él y otras personalidades judías que estaban ocultas entre los polacos pidieron ayuda e informes acerca de la situación de los remanentes de los judíos de Polonia, que en los dos últimos años de la guerra habían llegado a Londres, por medio del movimiento clandestino polaco, y a agentes judíos acreditados.
En enero de 1945 Antek y Zivia fueron liberados por el ejército soviético, e inmediatamente se dedicaron al trabajo de ayuda a los sobrevivientes de los judíos de Polonia y a organizar su salida de Polonia (movimiento “Habrijá”).
Zivia llegó a Israel un año después del final de la guerra y dio un detallado testimonio sobre la rebelión de Varsovia al consejo del Movimiento Kibutziano Unificado, que se había reunido ese año en el kibutz Yagur. Su testimonio aún se exhibe en el museo, junto a su fotografía. Entre otras cosas, Zvia declaró entonces: «Éste es, de hecho, el secreto de la fuerza del movimiento: que siempre supo exigir a su gente. Educó a sus miembros a defender el derecho de la nación a la independencia al igual que el derecho del hombre a la independencia. Fue la educación que recibimos lo que nos dio la fuerza para sobrevivir ese período.»
Antek llegó a Israel un año después y, junto con otros sobrevivientes, la pareja estableció el kibutz Lojaméi Haguetaot. Zivia estuvo involucrada en los aspectos sociales del kibutz, mientras Antek se dedicó a perpetuar la memoria de quienes perecieron en el Holocausto. Aunque los miembros del kibutz vivían en carpas y barracas en ruinas, Antek insistió en convertir un edificio de piedra del kibutz, construido por los ingleses, en museo. Solía decir, «Habrá muchos políticos, pero un solo museo.» En su declaración en el juicio a Eichman, en 1961, Antek leyó la última carta que recibió de Mordejai Anilevich , comandante de la rebelión del ghetto de Varsovia, el 23 de abril de 1943, en el medio de los combates.
Antek falleció en 1981, Zivia había muerto tres años antes. Sus nietos crecieron a la luz de su legado.
(Texto tomado de los archivos de Yad Vashem)
IRENA SENDLER
Irena nació en 1910, fue criada por sus padres católicos en el amor y el respeto a las personas, independientemente de su origen étnico o social. Su padre, médico, murió del tifus que contrajo en una epidemia en 1917. Era el único médico en su ciudad, cerca de Varsovia, que trataba a los pobres, en su mayoría judíos, víctimas del tifus. Cuando se estaba muriendo, le dijo a Irena, que tenía por entonces 7 años, «si ves a alguien ahogarse debes tratar de rescatarlo, incluso si no sabes nadar». En 1939 los nazis invadieron Polonia y encerraron a los judíos en ghettos con la intención de primero matarlos de hambre, y después, a los que quedasen, enviarlos sistemáticamente a los campos de exterminio. Irena Sendler tenía en esa época 29 años y trabajaba pare la Seguridad Social de Varsovia, atendiendo a la población más marginal, entre ellos, muchos judíos. Ella, con diez colaboradoras del mismo departamento, comenzaron rápidamente a ayudar a la población judía, la más necesitada. En 1942, se asociaron con la organización Zegota, fundada por un grupo de cristianos y algunos judíos, entre ellos el psicólogo Adolfo Berman, con el fin de brindar ayuda a los judíos.
Desde el momento de la apertura del gueto de Varsovia, el equipo de Irena inició la labor de convencer a los padres judíos para que dejaran que se sacara a sus hijos pequeños del gueto, ofreciéndoles de esta manera una oportunidad para sobrevivir, pues en el ghetto las posibilidades eran escasas.
Los niños más pequeños eran sedados y sacados en sacos de patatas o de basura en camiones manejados por los choferes que colaboraban con la causa, y que podían entrar y salir del gueto. Los niños mayores fueron sacados a través de los sótanos que comunicaban el gueto con la parte externa. A los niños, antes, les enseñaban las plegarias cristianas y a no mencionar su nombre ni origen.
Una vez fuera del ghetto, los niños fueron dejados en diversos orfelinatos en los conventos, la gran mayoría con familias católicas deseosas de participar en este proyecto de rescate.
El dinero para la manutención de estos niños que vivían con las familias provenía de las organizaciones en Londres y Nueva York y fueron transmitidos por medio de Zegota.
Irena anotaba escrupulosamente en un papel muy fino el nombre original de cada niño, su nuevo nombre cristiano, y el lugar adonde había sido destinado. Estos papelitos los colocaba en frascos de vidrio, los cuales, bien cerrados, fueron enterrados por ella en el jardín de unos amigos y compañeros de lucha, bajo un árbol frutal. Irene soñaba con que, una vez finalizada la guerra, los niños podrían ser identificados y reunidos con sus familiares. Desgraciadamente esto ocurrió en muy pocos casos…
Los nazis, sospechando de esta labor de Irena, la apresaron y la colocaron en la terrible prisión de Pawiak, en Varsovia, donde la torturaron para que delatara a la organización. Irena aguantó, aunque le fracturaron las piernas, dejándola con grandes impedimentos físicos para el resto de su vida. Fue condenada a muerte, pero la organización Zegota la salvó pagándole un gran soborno a un guardia alemán. La rescataron con un documento que acreditaba su muerte en prisión. Irena recuerda este incidente diciendo: “Después de este incidente pude trabajar algún tiempo más tranquilamente: los alemanes no perseguían a los fantasmas”.
Una vez liberada Polonia, en 1945, Irena desenterró los frascos y cuidadosamente preparó la lista de los niños. El número era asombroso, llegaba a 2.500. La lista fue entregada a Adolfo Berman, del Instituto Histórico Judío en Varsovia, quien la llevó a Israel.
“No soy ninguna heroína”, comenta Irena, “solamente cumplí con mi deber”.
(De la pág. Web de Irena Sendler)
En 1965 Irena Sendler fue honrada como Justa de las Naciones por Yad Vashem.
* ¿Por qué crees que vuelven Antek y Tzivia a la Polonia ocupada por los alemanes, estando como estaban más seguros en la zona no ocupada?
* Comenta las palabras de Tzivia: “Fue la educación que recibimos la que nos dio la fuerza para sobrevivir ese período”.
* Gracias a Irena se salvaron muchos judíos. ¿Crees que todas las personas tienen y tuvieron la capacidad de elegir cómo actuar ante el sufrimiento y la muerte de los demás? ¿Por qué crees que otros callaron?
VI. Voces que se extinguieron.
TOMÁS KULKA
Nació el 25 de mayo de 1934, en Olomuc, Checoslovaquia.
Los padres de Tomás eran judíos. Su padre, Roberto Kulka, era un comerciante del pueblo moravo Olomouc. Su madre, Elsa Skutezka, era sombrerera de Berno, la capital de Moravia. La pareja había recibido una buena educación, y hablaban checo y alemán. Cuando se casaron, en 1933, decidieron asentarse en Olomouc.
Tomás nació un año y un día después de que se casaran sus padres. Cuando Tomás tenía tres años, su abuelo falleció y los Kulka se mudaron a Berno, el pueblo de la madre. El 15 de marzo de 1939, unas semanas antes del quinto cumpleaños de Tomás, los alemanes ocuparon Bohemia y Moravia, incluyendo Berno. El 2 de enero de 1940, Tomás, sus padres y su abuela fueron expulsados de su casa por los alemanes. Esperando salvar el negocio de la familia, el padre de Tomás decidió quedarse en Berno, pero a Tomás ya no se le permitió empezar a la escuela porque era judío. Un año después, los padres de Tomás fueron forzados a vender su negocio a un alemán por 200 coronas checas, menos de $10. El 31 de diciembre de 1942, los Kulka fueron deportados al ghetto de Theresienstadt en el oeste de Checoslovaquia.
Unos meses después, el 9 de mayo de 1942, Tomás fue deportado al campo de exterminio de Sobibor, y enviado a la cámara de gas.
Tenía siete años.
(«Los niños en el holocausto». Yad Vashem)
HENOCH KORNFELD
Nació en Kolbuszowa, Polonia en 1938
Henoch Kornfeld. Los padres de Henoch, Moishe Kornfeld y Liba Saleschutz, eran judíos ortodoxos. Sse casaron en 1937 y se asentaron en Kolbuszowa, donde la madre de Henoch había pasado su infancia. Ahí, el padre de Liba les compró a los recién casados una casa e incorporó a su nuevo yerno al negocio de tejidos al por mayor.
Henoch nació a fines de 1938, y se crió con muchas tías, tíos y primos. Cuando se acercaba su primer cumpleaños, Alemania invadió Polonia, y pronto los alemanes llegaron a Kolbuszowa. Los soldados polacos, montados a caballo, trataron de luchar contra el ejército alemán, pero fueron dominados por los tanques. Después de un combate corto, el pueblo de Henoch quedó bajo el gobierno alemán. Toda la gente del pueblo, incluyendo los niños, conocían a Hafenbier, el cruel comandante de la policía alemana que estaba asignado a Kolbuszowa. Hafenbier aterrorizó y mató a muchos judíos del pueblo. Henoch jugaba a menudo con otros niños del pueblo a un juego en el que él hacía de Hafenbeir, y decía a sus amigos «si eres judío, morirás». Luego con un rifle hecho de un pedazo de madera, Henoch fusilaba a sus amiguitos. Ellos, en turno, caían al suelo haciéndose los muertos.
Henoch y su familia fueron deportados al ghetto de Rzeszow el 25 de junio de 1942, y después al campo de exterminio de Belzec donde fueron gaseados. Henoch tenía tres años y medio.
(Los niños en el holocausto. Yad Vashem)
ZIGMOND ADLER
Nació el 18 de julio de 1936 en Liege, Bélgica
Zigmond Adler: Los padres de Zigmond eran judíos de Checoslovaquia que habían emigrado a Bélgica. Su madre, Rikva, era camisera. Había ido a Bélgica de joven para buscar un trabajo fijo, siguiendo a su hermana mayor, Jermie, que se había mudado con su familia unos años antes. En Liege, Rivka conoció y se casó con Otto Adler, un comerciante.
Zigmond nació en 1936, pero su madre murió un año después. Su padre se volvió a casar pero el matrimonio no duró mucho. El padre de Zigmond se casó de nuevo, por tercera vez, y pronto Zigmond tuvo una nueva hermana y una vida estable. De niño, Zigmond visitaba a menudo a la familia de su tío Jermie, que vivía a unas pocas manzanas.
Zigmond tenía tres años cuando los alemanes ocuparon Bélgica. Dos años después, los alemanes deportaron a su padre para hacer trabajos forzados. Después de eso, la madrastra de Zigmond se fue de Liege, dejándolo con su tío Jermie y su tía Chaje. Cuando los nazis empezaron a arrestar a los judíos en Liege, unos amigos católicos del tío Jermie los ayudaron a obtener documentos falsos para ocultar su identidad judía y también les alquilaron una casa en un pueblo cercano. Dos años después, un domingo temprano por la mañana, la Gestapo fue a la casa sospechando que allí vivían judíos.
Zigmond, su tía y dos primos fueron deportados al campo de Mechelen, y luego a Auschwitz, donde Zigmond, que tenía solamente siete años, fue enviado a la cámara de gas el 21 de mayo de 1944.
(Los niños en el holocausto. Yad Vashem)
Como Tomás, Henoch, Zigmond… 1.500.000 (un millón quinientos mil) niños fueron asesinados por la barbarie nazi.
* ¿Recuerdas algún pensamiento tuyo a la edad de siete años? ¿Y algún juego o algún objeto con el que jugases que te gustase especialmente?
* ¿Recuerdas algún sueño de cuando tenías esa edad?
* ¿Te parece que fue hace mucho tiempo cuando tenías siete años?
* ¿Crees que te ocurrieron muchas cosas desde entonces y qué hiciste muchas otras?
Escribe una pequeña biografía de uno de estos niños con los datos que leiste y añadiéndole algún párrafo más de tu invención.
Sí te parece puedes añadirle a la vida de Tomás, Henoch o Zigmond algún objeto personal tuyo con el que posiblemente le hubiera gustado jugar, o algún sueño tuyo.
Sitúa en un mapa los nombres de las ciudades y de los Campos de Concentración y de Exterminio que aparecen en todas las biografías.
Observa y comenta estas fotos
VII. Regreso a la vida.
«… Así estaba cuando vi por primera vez a la Cruz Roja que llegó a las puertas del campo. La gente decía «Cruz Roja, tal vez ésta es la salvación, que vean que hay aquí una niña, que aquí hay niños». Me pusieron, en primer lugar, al lado de los alambres de púa, para que vieran, que vieran que hay niños aquí. Luego nos llevaron hacia unas mesas, estaban afuera, una mesas puestas con pan, aroma de pan, yo sé que era un aroma maravilloso […] La gente comenzó a llevárselo precipitadamente, no recuerdo, creo que yo también me lo llevé así al principio. Comenzamos a esconderlo, y las personas trajeron más y dijeron, «no necesitáis llevároslo así», ellos lloraban de verdad, «no necesitáis arrebatarlo, podréis recibir todo le que queráis, sólo sentaos, comed». Y nosotras nos sentamos a comer…”
Fuente: Tzila Liverman, Volver y vivir los sobrevivientes: de la liberación a la rehabilitación (casete de video- hebreo), Beit Hatfutzot, Beit Lojamei Haguetaot, Yad Vashem, 1995.
“…No sólo yo era así. Los supervivientes de la Shoá durante años guardaron silencio, sólo en los últimos tiempos fue rota la mordaza. También yo comencé a aparecer en conferencias sobre el Holocausto en institutos, centros de estudios, y campamentos militares. Conté las situaciones especiales que me ocurrieron como niña que sobrevivió entre cientos de niños. Vi en ello un precepto: transmitir a los jóvenes la difícil tarea de ser nuestros testimonios, de perpetuarnos. […].
…Decidí que no era suficiente lo que estaba haciendo. Como salvada de la Shoah era mi responsabilidad hacer todo lo posible por responder a las preguntas (de los jóvenes), de todo aquel que quiera escuchar y saber. También para que las nuevas generaciones permanezcan fuertes frente a aquellos que niegan el Holocausto.
Incluso ahora, cuando una parte de nosotros aún está viva, y con los números tatuados en nuestros brazos, hay quienes defienden que en absoluto hubo Shoáh. Y si esto es así ahora, ¿qué ocurrirá cuando no quede con vida ningún superviviente?”
Tsila Liberman Tselinka, la niña que sobrevivió a Auschwitz
De la historia de Tzila se ve que, durante la época de la Shoá, ella no vivió una infancia propiamente dicha. En su testimonio, cuenta su primer encuentro con comida, fuera del marco forzado de los campos, y habla acerca del instinto básico del arrebatamiento del pan.
* ¿En tu opinión, con qué se enfrentaban los sobrevivientes del Holocausto (especialmente los niños) en su camino de regreso a la vida?
* ¿Qué cosas debieron aprender de nuevo?
* ¿Por qué crees que es importante la transmisión de los testimonios de los supervivientes?