En los tiempos modernos se realiza también a las niñas la ceremonia de Bat Mitzvá, equivalente femenino de la Bar Mitzvá.

Después de esta ceremonia, a partir de los 12 años, las niñas judías son responsables de cumplir con los preceptos y mitzvot, especialmente en todo lo que una mujer judía deberá hacer para vivir su judaísmo en plenitud. En su preparación para esta ceremonia se destaca la enseñanza de la tradición judía, poniendo énfasis en las virtudes de las mujeres ejemplares de la historia judía, comenzando por las matriarcas bíblicas del pueblo judío (Sara, esposa de Abraham; Rivka (Rebeca), esposa de Isaac; Raquel y Lea, esposas de Iaacov), pasando por otras mujeres relevantes como Jana, madre del último juez de Samuel, o Bruria, en tiempos del Talmud, y llegando a las grandes mujeres judías del siglo XX, como Jana Senesz, Golda Meir (que fue primera ministra del Gobierno de Israel) o Ana Frank, joven escritora mártir de la Shoá (holocausto nazi) conocida mundialmente por su famoso diario escrito en Amsterdam en el escondite que compartía con su familia en los malditos tiempos del nazismo.

Esta costumbre de celebrar el Bat Mitzvá tiene relación directa con el avance de los derechos de la mujer y su protagonismo en estos tiempos iniciándose hacia la década del 1920. Se considera a la hija del rabino Mordejai Kaplan como la primera «Bat Mitzvá» conocida públicamente. El rabino Kaplan fue fundador de la línea reconstruccionista en el judaísmo religioso, ubicada entre el judaísmo conservador y el reformista. En ella se otorga un especial protagonismo a la mujer. En ambientes conservadores y reformistas (los más progresistas)las tradiciones y enseñanzas a una niña para el Bat Mitzvá son las mismas que se imparten a los varones, como la lectura de la Torá y las bendiciones. En los últimos años incluso se les enseña a colocarse los tefilin (filacterias) y el talit (manto para rezar). Entre los judíos ortodoxos esta costumbre es rechazada. Sólo en los círculos de la ortodoxia moderna se celebra algo del Bat Mitzvá, pero se excluye todo lo que tiene que ver con el ritual, el cual sigue reservado a los hombres.