PARASHAT REÉ: Tiempo y oportunidades
רְאֵה, אָנֹכִי נֹתֵן לִפְנֵיכֶם–הַיּוֹם: בְּרָכָה, וּקְלָלָה
«Mira, Yo pongo frente a ti, hoy, bendición y maldición.» Devarím 11:26
Es inevitable quedarnos acá, en el primer versículo de la parashá. El verbo que da nombre a esta sección de la Torá tiene que ver con el mirar, en modo imperativo. Se nos pide que miremos, se nos ordena mirar. ¿Qué? Lo que tenemos delante de nuestros ojos; frente a nosotros- en realidad frente a cada uno porque está en singular “frente a ti”. Y ¿qué hay delante de cada uno? Brajá y klalá- bendición y maldición.
Difícil, si no imposible cumplir con este mandato.
Muchas preguntas aparecen:
¿Qué es mirar? ¿Qué acción se espera de nosotros?
¿Todos y cada uno tenemos delante lo mismo?
¿Cómo se mira la bendición y la maldición? ¿Son entidades “mirables”?
Tenemos que volver a pensar esto y nos vamos a servir de diferentes metodologías de interpretación, a ver si encontramos salida a estas encrucijadas.
Incursionemos en la parashanut- la exégesis, a partir de la melodía que se le asignó a la primera palabra del versículo: Reé.
רְאֵ֗ה
En general no prestamos atención al sentido que la melodía le da a cada palabra. Sin embargo recordemos que la Torá primeramente fue dicha y por tanto escuchada. Luego pasó a ser letra sobre piedra, texto sorbe pergamino.
La palabra Reé tiene un “taam”- un signo que indica cómo cantarlo bastante poco frecuente que se llama “revia”. Si este texto tuviera la posibilidad de agregar un audio escucharían que al decir “Reé” prolongaría 4 veces el tiempo en el que se la canta. Como si la música “subiera y bajara” en cuatro tiempos.
En general las melodías son de uno o dos tiempos a lo sumo. Que en esta palabra, sobre la que nos estamos preguntando se nos pide una cantilación de cuatro tiempos ya implica un mensaje. Para mirar, hay que detenerse; tomarnos un tiempo, hacernos del tiempo y darnos cuenta lo que tenemos delante. No hay posibilidad de registrar lo que está frente a nosotros si no hacemos una pausa. La mirada es la voluntad de hacerle lugar a la capacidad que nos da la vista en nuestras vidas. La mirada que tiene como dos intenciones: una; la de imprimir en nuestras retinas lo que vemos y otro, la de afectar o desafectar al que estamos mirando o no. Y para eso necesitamos tiempo. Este momento del mundo frenético que nos hace expertos en lo inmediato, en lo veloz y efectivo nos pide que paremos porque nos estamos perdiendo lo que tenemos delante y por otro lado, los que necesitan de nuestras miradas se sienten invisibles porque aunque parece que los miramos, no les damos tiempo.
También podríamos recurrir a la traducción de este versículo en arameo; se sorprenderán de cuánto se puede aprender leyendo las primeras traducciones que son de hecho las primeras interpretaciones.
Hay dos fuentes de traducción a las que consultamos en estos casos:
Onkelos y Ionatán ben Uziel. Mientras que Onkelos intenta trasladar las palabras desde su “literalidad” del hebreo al arameo, lo que llamamos “pshat”, Ionatán ben Uziel introduce además algunos elementos delo que llamamos “drash”- las enseñanzas de los sabios.
Onkelos, quien hace su traducción en Babilonia, y viviendo en carne propia el dolor del pueblo judío en el exilio, traduce la palabra bendición como bendición, y maldición como maldición. Sí. Ellos están experimentando ese momento trágico como una maldición que viene de Dios.
Sin embargo la realidad de Ionatán ben Uziel es otra. Se dice que él quedó en Israel y que era difícil creer que Dios podía generar algo en las antípodas de la bendición como lo es la maldición. Cuando leemos la traducción a este versículo él escribe:
«Pongo delante de ti la bendición y su transmutación»
Delante de ti hay bendición o la revelación de cómo esa bendición mutó a algo negativo, cambió de rumbo, erró su sentido, no lo viste bien, o no miraste lo suficiente.
Entonces esta operación que hacemos todos de entender las cosas por sus opuestos, y acomodar todo en extremos totales y opuestos, blancos o negros… fatalidades sin salida… se revierte en esta segunda versión de la traducción de Ionatán ben Uziel.
Es más simple y también más facilitador ver la vida en pares antitéticos, porque si no es uno, es indefectiblemente, el otro. Y en general, en opciones dicotómicas, uno no tiene lugar de intervención. Son dimensiones totales, herméticas y en general, externas.
Se nos pide detenernos en esa cantilación que nos obliga a no soslayar la prescripción de mirar, a honrar este acto de la mirada, porque hay algo más que simples pares contrapuestos, hay más que simples absolutismos; felicidad o tragedia, éxito o fracaso, suerte o desgracia.
La mirada pausada nos desafía a mirar más allá de las simples fórmulas, porque la vida es absolutamente compleja y completa.
Dios, no nos ofrece delante de nosotros una alternativa dual, o sea, sin salida, si no, nos hubiera pedido que miremos, sino que aceptemos una realidad sin salida, con formato fijo.
Frente a nosotros hay bendición y cambio, en términos de que no siempre podemos ver lo bueno que tenemos delante, sino que por el sufrimiento interno, cambiamos su código y vemos su reverso absoluto.
La bendición no es un sustantivo sino es un adjetivo calificativo del resultado de nuestra mirada y nuestro tamiz sobre la realidad que tenemos delante.
El riesgo es ubicarnos cómodamente en el exilio y mirar en general las bendiciones de otros y las maldiciones propias.
Pero cuando el sufrimiento nos invade, cuando la pérdida, la desilusión, la desesperación nos habita, si miramos lo que hay frente a nosotros, veremos la bendición y lo que no podemos ver como bendición, porque el dolor nos tergiversa la mirada.
Que sepamos que la esencia de lo que tenemos por delante es buena y que depende de nuestra forma de mirarla, de nuestra posibilidad de mirarla, de la pausa que hacemos en nuestras miradas, de la traducción que le demos a lo que vemos.
Estamos entrando al mes de Elul y vamos a intentar abrir los ojos.
Parashat Reé nos advierte acerca de lo que podemos ver.
En el exilio, bendiciones y maldiciones.
En el dolor, bendiciones y sus ocultamientos.
Que la bendición se nos revele en nuestras búsquedas
Que seamos compasivos con nosotros mismos
Que despleguemos una mirada amorosa
Que rasguñemos las durezas que nos impiden ver lo bueno
Que no insistamos en la dicotomía porque las dimensiones son complejas y maravillosas
Que no nos ahorquemos en la linealidad sino que podamos danzar en las curvas y sinuosidades que la vida nos depara
Que abramos los ojos al disfrute y no a la crítica
Que elijamos cómo mirar, y que nadie nos moldee la mirada
Seguramente lo que tenemos delante de nosotros, nos dará una sorpresa.
Shabat Shalom, Jodesh Tov!
Rabina Silvina Chemen