PARASHAT BALAK: crecer en la bendición

Estamos esta semana estudiando una historia que no nos deja de resultar ajena. Personajes fantásticos, animales que hablan, un brujo… el relato es conocido.

Después de que el pueblo de Israel derrotara a Sijón, rey de los Emorím y a Og, rey de Bashán, los israelitas se acercan a Moab, cuya gente estaba atemorizada por lo acontecido con sus vecinos. Por eso Balak, su rey, envió mensajeros a Bilam, un “profeta” que tenía enorme fama como hechicero a fin de convencerlo para que maldijese a los israelitas para que los moabitas pudieran asegurarse la victoria en la batalla.

Bilam al comienzo se niega… luego accede… en el camino se cruza con un ángel de Dios… en fin, si les despierta curiosidad y aún no la conocen, les recomiendo que revisen en los capítulos 22. 23 y 24 del libro de Bemidbar – Números.

Quiero referirme hoy a lo que sucedió en la tradición judía posterior a partir de esta historia. Cuando el hechicero Bilam se dispone a maldecir a Israel, de su boca salen palabras de bendición:

“¡Cuán hermosas son tus tiendas, Iaakov, tus moradas Israel!” Bemidbar- Números 24:5

Más allá de las interpretaciones de las palabras quiero subrayar que el libro de oraciones, nuestro Sidur, comienza la plegaria diaria matutina – Shajarit – con este versículo. Tan extraño nos resulta que las palabras de alguien que no era ni poeta, ni profeta, ni sabio de nuestro pueblo sean las que nos ingresen a la Tfilá todos los días.

Veamos cómo los rabinos que compilaron la liturgia del Sidur decidieron continuar este primer rezo del día.

“Y yo en la abundante amor entraré en tu casa: Mi inclinaré con temor reverencial en tu sagrado Templo. (Tehilím – Salmos 5:8)

Adonai, he amado la habitación de tu casa, y el lugar del Santuario de tu gloria. (Tehilím – Salmos 26:8)

Y yo me prosternaré y me inclinaré y bendeciré delante de Adonai, mi hacedor. (Adaptado de Tehilím – Salmos 95: 6)

Y yo soy mi Tfilá para ti, Adonai, al tiempo de tu buena voluntad: Dios, con tu abundante misericordia, Por la verdad de tu salvación, escúchame. (Tehilím – Salmos 69: 14).”

Es una hermosa plegaria. Cada uno de nosotros se dispone a ingresar al santuario, al espacio sagrado, al sentido sagrado de levantarnos cada día.

Pero Bilam habló del pueblo de Israel en su conjunto. Ma Tovu ohaleja, que buenas son tus moradas, las de todos. Y sin embargo, nosotros continuamos nuestra invocación en primera persona: “Yo entraré a tu casa, me inclinaré, me prosternaré, bendeciré, respóndeme…” Cada uno pide por sí mismo, pensando en sí mismo.

Me voy a buscar en qué otro lugar de nuestro Tanaj aparecen las palabras “tienda” y “morada” y las encuentro en el profeta Yeshaiahu- Isaías, cuando le pide a Yerushalaim, personificada como una mujer, que abra las puertas, para recibir a los que quieren entrar en ella.

 “Ensancha el lugar en tu tienda, y las cortinas de tus moradas sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y fortifica tus estacas.”  Yeshaiahu – Isaías 54:2

Este versículo nos habla de la expansión y la apertura de nuestros espacios (ya sea los físicos como los del alma) como una meta a cumplir.

Quizás al principio es necesario habitar la lógica del Ma Tovu. Estar preparados para conectarnos con nosotros mismos, y con lo Trascendente, desde un lugar solitario, individual e íntimo. Pero allí no termina el camino.

Una casa, una institución, se llaman santuario, no por lo que se declame sino por lo que son capaces de hace con sus puertas: abrirlas para los que queremos, correr las cortinas para permitirnos mirar quién está pasando afuera, quien quedó cansado de esperar sin que les abramos, y para que quien necesite sepa que estamos adentro, dispuestos a recibirlos.

Así debería ser nuestra Tefilá también. Pensar en nosotros, porque es la única manera de estar fortalecidos para hacerles lugar a los otros. Pero saber que ese “respóndeme” que le pedimos a Dios se materializa cuando podemos nosotros responderles a otros con espacios que disponemos para ellos.

Acostumbrados a sistemas de seguridad que nos protegen e influenciados por frases como “no te metas”, muchos creemos que si uno está bien, es suficiente. Que una casa cerrada, es mejor, que no meterse en temas difíciles, es mejor, que no escuchar noticias indeseables, es mejor…

Abrazar, escuchar, incluir, preocuparse por el otro, son maneras de fortalecerse y construir lugares seguros. ¿Cómo están tus puertas, hoy?

¡Shabat Shalom!

Rabina Silvina Chemen