Esta semana leemos la parasha Balak. «Va-yar Balak ben Tzipur et kol asher asah Israel la-Emori» (Balak, el hijo de Tzipur vio todo lo que Israel había hecho con el Emori). Bemidvar 22:2.
En el camino a Eretz Israel, los judíos pelearon victoriosamente con dos de las naciones más poderosas – Sijon y Og. Balak, el rey de Moav, había confiado en que esas dos naciones derrotarían al pueblo de Israel frustrando así el avance hacia su reino. Cuando vio lo que Israel hizo con esas dos naciones, Balak se asustó mucho. Balak sabia que la fuerza de los Bnei Israel no estaba en su proeza física o militar, sino a traves del poder de su “boca”, vale decir, en la habilidad del pueblo judío de conectarse directamente con Hashem a través de la profecía y la oración.
Por eso, Balak decidió que la mejor estrategia para pelear con los judíos era también utilizando la «boca». Balak contrató entonces a Bilaam, el máximo profeta del mundo gentil, para que viniera y maldijera a los judíos.
Bilaam sabía, claramente, que la idea de maldecir a los judíos iba en contra de la voluntad de Hashem. No obstante, cegado por su odio apasionado hacia los judíos, acepto la oferta, esperando tener cierto éxito en su venenosa maldición. En dos oportunidades, Bilaam construyó altares y ofreció sacrificios, esperando que su maldición contra los judíos fuera exitosa. Sin embargo, las dos veces, Hashem puso en su boca bendiciones en lugar de maldiciones.
En un tercer intento, Bilaam escogió el lugar correcto para maldecir. «Levantó sus ojos y vio a Israel acampando como tribus, mientras yacía sobre él (Bilaam) el espíritu de Elokim». Bemidvar 24:2.
Rashi explica que el espíritu de Di-s se manifestó para que Bilaam no pueda maldecir a los Bnei Israel. ¿Qué fue lo que vio Bilaam que le impacto tanto? El Nesivot Shalom explica que las fuerzas de impureza que Bilaam trató de desatar sólo podían afectar a personas solitarias. Los Bnei Israel, como un grupo, la nación como un todo, quedaron inmunes a su maldición.
Esto es lo que Bilaam vio- Israel “morando como tribus”, pacíficamente y sin celos, unidos como un gran grupo donde cada subgrupo aportaba sus mas
valiosos talentos y bienes. Cuando Bilaam vio esta unión, en ese momento se poso sobre él el espíritu cariñoso de Hashem del cual solo emanan bendiciones, nunca maldiciones.
¿Qué expresión salió entonces de su boca? «Ma tovu ohaleja Yaakov mishknoseja Israel (Cuán buenas son sus carpas, Yaakov, tus moradas, Israel) Bemidvar24:5.
El Sforno explica que estas «carpas» y estas “moradas» se refiere a nuestros lugares de estudio y a las sinagogas. Los lugares donde nos convertimos en una entidad y en donde cada judío se siente parte de una gran nación.
Finalmente, cuando Bilaam vio que había fracasado en maldecir a los judíos, trató de dañar al pueblo conduciéndolo a pecar. Bilaam le aconsejó a Moav que envíe a sus hijas para seducir a los Bnei Israel, para que de esta manera hagan adulterio e idolatría. Las veinticuatro mil personas que sucumbieron ante sus pasiones y deseos, separándose del resto de la nación, murieron. El Ariza»l escribe que los veinticuatro mil alumnos de Rabi Akiva que murieron por no honrarse el uno al otro lo suficiente, tenían las mismas almas de
las veinticuatro mil personas que murieron por la seducción de las hijas de Moab.
¿Cómo podemos comparar a estos dos grupos? Uno de los grupos realizo uno de los mas graves pecados, mientras que en el otro grupo, los alumnos no se honraban el uno al otro de acuerdo al nivel que a ellos se les exigía! El Nesivos Sholom explica que de hecho, en esencia, ambos grupos comparten un grave defecto en común: carecieron de la unión necesaria para ser parte de Klal Israel.
Y ya que tocamos el punto de la unión como esencia del pueblo judío, quiero relatar un incidente que me inquieta. Esta semana recibí una carta angustiante de un joven maravilloso, un judío que se describe a si mismo como «judío de color». A continuación, expongo algunos pasajes de su carta, en la que describe la «bienvenida» que le dan en la mayoría de nuestras «moradas».
«Sufro mucho racismo en las sinagogas aquí donde vivo en xxxxxx. Todos me han tratado como una persona ajena. Cada vez que asisto a los servicios, mucha gente de la congregación me mira como si estuviera de mas. Siempre alguien me pregunta acerca de mi pasado, y aun después de una explicación cabal, no soy admitido como un verdadero judío. Odio el hecho de que mis propios hermanos judíos no puedan aceptarme. Por mi piel de color negra sufro racismo del mundo gentil, pero lo que es peor aun, también del pueblo de HaShem. Le escribo porque estoy en el punto donde ya no quiero ser mas judío«.
Trágico. La única forma a describirlo es trágica. Somos una nación con gente de diferentes matices y colores. La unidad significa aceptar cariñosamente a todos y cada uno de nuestros miembros. Esa es nuestra fuerza. Que se revierta el «odio gratuito», el sin-at jinam; es nuestra esperanza para la redención final.
Que el mérito de aceptar a cada persona con sus condiciones, cariñosa y acogedoramente, acerque la reconstrucción de nuestra última «morada» nacional, el Tercer Templo, rápidamente en nuestros días.
Shabat shalóm!