LA SINAGOGA (1)
Una sinagoga es cualquier edificio o habitación destinada a la plegaria.
Ese ha sido siempre y todavía sigue siendo su objetivo primordial. Sin embargo, en toda la literatura rabínica solamente una vez (Guitín 39b) es denominada como Casa de Oración (Beit Tefilá). Desde sus comienzos mismos, después de la destrucción del Primer Templo, en el año 586 antes de la Era Común hasta el día de hoy, ha sido generalmente designada como Beit Knéset, que literalmente significa Casa de Congregación o Casa de Reunión. El término griego para una casa judía de oración —del cual deriva la palabra sinagoga— es de hecho la traducción literal de Beit Knéset. El nombre mismo enfatiza el hecho que la sinagoga tuvo otras finalidades además de ser un lugar para el culto en público.
El rol adicional más notable que ésta tiene, es el de ser centro para estudios religiosos, especialmente para adultos. De aquí que el término Beit Midrash, Casa de Estudio, se transformó en sinónimo casi de Beit Knéset. El Beit Midrash pudo haber sido una habitación separada integrada al Beit Knéset, o el mismo lugar utilizado para ambos propósitos.
El estudio de la Torá durante toda la vida siempre fue alentado, y ha ocupado un lugar incluso superior al de la misma oración (“y el estudio de la Torá es equivalente a todos los mandamientos”). El estudio de la Torá no sólo se convirtió en parte integrante del servicio de oraciones, sino que se reunían grupos de estudio inmediatamente antes y después de los servicios a fin de estudiar la Torá. El papel de la Sinagoga como Beit Midrash, lugar para la continua educación judía durante toda la vida, permaneció constante. La lectura pública de la Torá, la pronunciación semanal de un sermón (drashá) o la lectura de los exégesis de los Sabios, práctica que se remonta a los comienzos de la época talmúdica, constituyen parte del programa de estudios que se convirtió en parte integral del servicio. Más aún, el servicio de las oraciones en sí mismo contiene pasajes destinados a permitir a una persona cumplir con el deber mínimo de estudiar la Torá.
La sinagoga ha servido también a menudo como centro para la educación formal de la niñez y la juventud. El Talmud relata que “existían 480 sinagogas en Jerusalén y cada una de ellas tenía una escuela elemental (Beit Sefer) y una escuela secundaria (Beit Talmud). El Beit Sefer debía enseñar las Escrituras y el Beit Talmud debía enseñar Mishná”. Sin embargo, esta función se modificó a través de los siglos y se hizo diferente en cada país y en cada comunidad.
Como una extensión de sus funciones educacionales, la sinagoga local proveía también los servicios de biblioteca para la comunidad. Es así como encontramos la disposición definitiva de que “los residentes de una ciudad deben obligarse mutuamente . . . a comprar un rollo de la Torá y los libros de los Profetas, de manera que pueda leerlos cualquier persona que así lo desee. En nuestros días, en que los libros se imprimen . . . cada uno puede obligar a la comunidad a adquirir los libros impresos necesarios tales como la Biblia Hebrea completa con los comentarios de Rashi, Mishnayot, el Talmud completo, el Rambam, las cuatro secciones del Shulján Aruj, de modo que la persona que así lo deseare pudiera ir a estudiar en ellos”. La sinagoga, o el Beit Midrash, fue el lugar donde se guardaba esta biblioteca religiosa para el uso del público.
Ya sea a propósito o por el hecho de que la sinagoga fue generalmente el único edificio público de la comunidad, era también el lugar donde se efectuaban las reuniones y asambleas de la misma y donde se discutían los asuntos de la vida diaria de la comunidad. La sinagoga también servía como organismo de servicio social mediante la colecta de fondos y para dispensar la caridad a los pobres, préstamos a los necesitados y para organizar o proporcionar hospitalidad a los viajeros. También albergaba generalmente el tribunal rabínico local (Beit Din).
Aunque el nombre de Beit Knéset, Casa de Congregación, refleja más exactamente que el término de Beit Tefilá, Casa de Oración, el amplio campo de actividades que tradicionalmente llevara a cabo la sinagoga, la tradición adjudica a la sinagoga no solamente gran importancia sino también gran santidad. Los Sabios la consideraron en segundo lugar después del Templo, y se refirieron a ella (así como también a las habitaciones destinadas al estudio), como el mikdash meat, el pequeño santuario (Meguilá 29a). Este término fue derivado de Ezequiel 11:16
— “Seré para ellos un pequeño santuario”.
La Divina Presencia en la sinagoga fue destacada continuamente. Es típica la interpretación dada al Salmo 82:1: “Dios está en la congregación divina”, que fue aceptada en el sentido de la Presencia de Dios en la sinagoga. Rezar en una sinagoga se consideró como un mérito mayor que rezar en cualquier otra parte. Los Sabios tuvieron a la sinagoga en gran estima. Sin duda desempeñó no sólo un papel vital para fomentar y fortalecer la fe de Israel, sino también como fuerza social que dio coherencia a la comunidad judía.
A pesar de haber sido siempre una institución central en la vida judía, la sinagoga nunca fue sinónimo de judaísmo. Existen sinagogas, pero no se puede hablar de la Sinagoga como la institución autorizada de la fe. El judaísmo no está encarnado en ninguna institución, sino en la Torá, tanto la Escrita como la Oral. En cierto momento el Sanhedrín, la Suprema Corte Religiosa, ejerció una autoridad centralizada. Pero en los dieciocho siglos posteriores, esa autoridad se difundió entre los dirigentes rabínicos de las diversas comunidades.
La sinagoga es un lugar sagrado únicamente en virtud del uso al que se la destina: oraciones y estudios religiosos. Como institución, cumple ciertas funciones exigidas por la fe, a saber: la oración, el estudio, la atención de los asuntos comunitarios y las obras de beneficencia. Sirve también para promover y fomentar la vida religiosa de la comunidad judía y contribuye a su cohesión. La sinagoga es solamente un instrumento de la fe judía.
Más aún, el funcionamiento de una sinagoga no depende de un sacerdocio. Cada aspecto del servicio religioso puede ser, y por lo general es, conducido por los mismos laicos, si poseen el conocimiento y la instrucción necesarias para hacerlo. La administración y el mantenimiento de la sinagoga está generalmente a cargo de los laicos que se ofrecen voluntariamente o son elegidos para esos puestos directivos. Aunque es preferible y usual que una congregación contrate los servicios de un rabino para que proporcione guía, dirección y liderazgo religioso a la comunidad; existen sinagogas, especialmente en las comunidades pequeñas, que funcionan sin rabino.
Tradicionalmente, el rabino sirve a la comunidad, no a una sinagoga.
Los ideales religiosos del judaísmo y su conciencia social no necesitan ser expresados explícitamente a través de la institución de la Casa de Oración. Pueden muy bien expresarse, y muy a menudo lo hacen, a través de otros organismos de la comunidad judía. Tampoco es necesario que se expresen a través de un dirigente oficial de la sinagoga o de un funcionario religioso para constituir una legítima expresión del judaísmo.
El grado en que una sinagoga es representativa del judaísmo —aparte de su función como lugar de reunión para la oración— está determinado en gran parte por la calidad de las personas que se encuentran a su frente en un momento determinado (sean éstas rabinos o laicos) y también por la calidad y la devoción de la congregación en sí.