“¿Qué es peor: morir gaseado en Auschwitz o de hambre en Transnistria?“. Es una pregunta para la que puede no haber respuesta. Tampoco Mijail la da: “Uno fue un genocidio de proporciones industriales; el otro, un salvaje Holocausto”. Él no es ni historiador ni taxista, sino ingeniero. Sin embargo, me asiste como chofer a través
Luigino Bruni, economista y escritor italiano, en su libro «Las parteras de Egipto- Libertad, trabajo y gratuidad en el Éxodo», tiene un capítulo que se llama: Las plagas de los imperios invisibles. Y allí trae una definición actual de lo que nosotros llamamos plagas y que algunos leemos con pudor al revisar el texto bíblico.
“Y murió Iosef, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. Pero los israelitas tuvieron muchos hijos (Parú) y aumentaron mucho (Vaishretzú), y se multiplicaron (Vairbú) y llegaron a ser poderosos (Vaiaatzmú) en gran manera, y el país se llenó de ellos.” Shmot 1:6-7 En la mayoría de las traducciones se traduce la palabra Vaishretzú
Desde el exterior, las mujeres de la Torá parecen solo jugar un rol secundario en un drama dominado por los hombres. Desde el interior, una historia de hombres manipulados por mujeres potentes y llena de valores femeninos. Una historia que revela la cualidad interna femenina que transciende las mentes de los hombres. Hay una Torá
Shemot. Nombres. Nombres de hombres, de mujeres, de lugares, de tiempos, y de dioses. La palabra, en el pensamiento y en los labios, delimita lo nombrado, lo reconstruye y lo moldea. En parte, el mundo que nos rodea es tal y como lo llamamos, tal y como lo nombramos. Cada fenómeno que se presenta a