Parashat TETZAVÉ: A vestirse de Justicia

Parashat Tetzavé se centra específicamente en los funcionarios del Mishkán- del Santuario en el desierto: los kohanim, los sacerdotes. Se describen sus ropas sacerdotales mientras realizan su servicio en el Santuario; ketonet– una túnica larga de lino; mijnasaim– pantalones de lino; mitznefeto migbaat– un turbante de lino; y avnet– un cinturón largo alrededor de las caderas.

Además, el Kohen Gadol, el Sumo sacerdote vestía un efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; un  joshen– una placa que iba pegada al pecho, donde había incrustadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; un meil– una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; y un tzitz– una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Dios”.

¡Cuánta obsesión por la vestimenta! ¡Cuánta energía puesta en la apariencia!

Se podría entender en el contexto histórico en el que estamos situados. Inauguran un Santuario y sus funcionarios a cargo frente a quienes vivieron toda su vida la opulencia de la casta sacerdotal egipcia, los templos faraónicos y la potencia de las imágenes. Hay que darle entidad a esta nueva realidad: con un Dios que no se ve, pero poderoso e implacable y con la imperiosa necesidad de ofrecerles al pueblo una intermediación con el cielo que les infunda respeto.

Toda posición de liderazgo es pasible de ser arrastrada a la inmoralidad, al exceso, y el aprovechamiento de poder. Las vestimentas pueden ser un “contrato de lectura” para la gente. Pero para el que la viste puede ser una trampa: confundir la función con la propia identidad, y creerse un lugar de superioridad que lo libera de cualquier responsabilidad ética.

Y los kohanim no quedaron exentos a lo largo de la historia, de actos de corrupción, de abusos y negociados. Como tantos otros, con otras vestimentas, que se blindaron detrás de sus ropajes para ocultar desproporciones y ventajas.

Ya en los Tehilim encontramos un giro respecto de las ropas de los sacerdotes. Y creo que no sólo es una novedad sino una advertencia.

Miren:

כֹּהֲנֶיךָ יִלְבְּשׁוּ-צֶדֶק;  וַחֲסִידֶיךָ יְרַנֵּנוּ.

«Tus sacerdotes se vestirán de justicia, Y se regocijarán tus piadosos». Tehilim 132:9

En su libro Psalms: A Translation for Praying (2014), Reb Zalman Schachter Shalomi tradujo este versículo de la siguiente manera: «Tus sacerdotes se vestirán de justicia, y tus devotos cantarán«.

Las vestimentas son lenguajes que se confirman con nuestras actitudes. Ni los cargos, ni los cetros, ni las coronas, ni los bastones hablan de nosotros. Quizás pueden infundir temor o respeto a primera vista. No necesitamos presentarnos: un título delante de nuestro nombre en nuestras tarjetas personales inicialmente dice de nosotros. Pero esto no es suficiente. Necesitamos validar nuestros ropajes con nuestras conductas. Por eso el versículo de Tehilim; porque a las ropas, las joyas y las insignias del kohen había que acompañarlos con el atuendo de la justicia. El culto sin justicia no es servicio divino. El liderazgo sin justicia no es liderazgo sino explotación.

Por eso Reb Zalman intuye que si los líderes se visten de justicia, los liderados se reconfortan y cantan. No hay nada más decepcionante que comprobar abusos de poder de los líderes que nos gobiernan en las diferentes instancias de nuestras vidas. No hay nada más desmoralizante que volver a caer en la incredulidad de los liderazgos porque se ha perdido toda esperanza en la justicia. Y un pueblo, una sociedad, una comunidad que no cree; no canta, no se despliega, no confía y no crece.

Jean Baudrillard, filósofo francés quien trabajó mucho en sus escritos las temáticas de la imagen, la moda, la seducción y él escribió: “Como ya no es posible definirse, por la propia existencia, sólo queda por hacer un acto de apariencia sin preocuparse por ser, ni siquiera por ser visto. Ya no existo. Estoy aquí, sino: soy visible, soy imagen…” “La moda es el éxtasis de lo bello: forma pura y vacía de una estética giratoria.”

En tiempos de modas y atuendos de poder tenemos que ser cautos, no sea cosa que ya desde el tiempo del Mishkán nos estén alertando acerca de la catástrofe que significan las formas vacías, las imágenes que tergiversan la realidad, la apariencia por sobre la verdad. Una existencia giratoria, como dice el pensador francés, en la que no sedimentamos ningún fundamento sino que como un cometa, nos dejamos llevar, vestir y desvestir de acuerdo a como el viento de la conveniencia sople.

A vestirnos de justicia, que no pasa de moda.

Y a seguir a líderes que nos provoquen las ganas de cantar.

Shabat shalóm.

Rabina Silvina Chemen