PARASHAT TETSAVÉ: El contenido de la belleza

וְעָשִׂ֥יתָ בִגְדֵי־קֹ֖דֶשׁ לְאַהֲרֹ֣ן אָחִ֑יךָ לְכָב֖וֹד וּלְתִפְאָֽרֶת׃

“Y harás vestiduras sagradas a Aharón tu hermano, para honra y hermosura.” Shemot- Éxodo 28:2

La semana pasada nos deteníamos en los detalles de la construcción del Mishkán y ya en ese entonces nos preguntábamos acerca de la necesidad de la fascinación y el detalle de cada ornamento en un espacio que, si bien era importante, tenía los días contados ya que su función terminaría al arribar a la tierra de la promesa. Un Santuario móvil y temporario tratado como el más suntuoso de los palacios.

Y ahora el texto bíblico nos confronta con la minuciosa descripción de las vestimentas sacerdotales. Los funcionarios del culto que cumplirán su misión en el Mishkán deben estar provistos de una vestimentas tan sofisticadas y costosas que me cuesta pensarlas en el contexto de una caravana de ex – esclavos que camina en rudimentarias sandalias sobre la arena, en el abrasador calor del desierto.

Pero lo interesante es que la prescripción de Dios a Moshé indica, como lo cité en el versículo anterior, es que confecciones vestimentas que son sagradas para honra/kavod y hermosura/belleza.

Y la pregunta que me viene inmediatamente es ¿qué significa “belleza” en una función como ésta, en un contexto en el que se educa en el descubrimiento más profundo de una verdad que va más allá de los imperios, el consumo, los lujos que ellos experimentaron en Egipto? Percibirán en mi pregunta un atisbo de crítica a los estragos que hicieron y hacen los estándares de belleza que son siempre ideales inalcanzables que benefician a ciertos sectores de la sociedad.

Vayamos a la interpretación.

Sforno (s.XV/XVI) explica que cuando dice “honra לכבוד tiene que ver con rendir honor y gloria al Todopoderoso mediante el uso de prendas resplandecientes al realizar el servicio del Templo.” En cambio, cuando dice ולתפארת Uletiferet , para hermosura, nos explica: “también el Sacerdote debe inspirar asombro entre los israelitas que son todos considerados sus discípulos al ver que tenía los nombres de todas las tribus grabados en estas prendas justo enfrente de su corazón cuando las usaba en su capacidad oficial.”

Por un lado, honrar a Dios a partir de ocuparse de su imagen externa. Y lo bello -según entiendo- es que el pueblo verá que quien los representa ante Dios lleva los nombres de todas las tribus en su corazón. Eso es lo que se pondera como bello. Y me gusta.

El Sefer HaMitzvot, (s. XII) escrita por el Rabino, filósofo y médico Maimónides, explica que Aharón no las usaba para vanagloriarse de la hermosura de sus vestimentas sino porque cumplía el mandamiento de Dios de vestirse como él lo había ordenado. Y lo justifica de este modo:

«¿De dónde [sabemos] que Aharón no usó las vestiduras para su engrandecimiento, sino sólo para cumplir el decreto del Rey? Como está dicho, ‘e hizo como el Señor le ordenó a Moshé’, es decir, el uso de las vestiduras». Y aunque sean de la mayor belleza, ya que son de oro, ónice, jaspe y demás piedras preciosas y hermosas, no debe tener intención [al usarlas] por su belleza, sino solo para cumplir el mandato que Dios, exaltado sea, ordenó a Moshé. Y es que siempre usa estas vestiduras en el Templo. …”

Si tomamos positivamente este análisis diríamos que Maimónides defiende a Aharón el sacerdote de cualquier posible crítica de la banalidad de lo bello ante la tarea sacra y lo adjudica a un cumplimiento estricto de la palabra de Dios.

¿Me permiten una lectura no políticamente correcta?

La belleza ligada a un mandato externo que despoja el criterio propio. Es porque otro dice que me tengo que ver de tal o cual manera- independientemente si es lo que yo considero, lo que me sienta bien, lo que deseo…

Si vamos más allá, el Shuján Aruj, nuestro código de leyes judías se pregunta acerca de un cantor litúrgico de bella voz que alarga la oración para que la congregación escuche su voz agradable. ¿Está esto permitido?

“Un líder de oración que alarga la oración para que la gente escuche su voz agradable: si fue por el gozo en su corazón que da gracias a Dios, alabado sea Él, en el agrado, una bendición vendrá sobre él. Y esto mientras ora con intención de peso y está en temor y miedo, pero si tiene la intención de hacer oír su voz y regocijarse en su voz, he aquí, esto es abominación… el propósito de la belleza que introducimos en nuestras oraciones debe ser elevar nuestros corazones hacia Dios, y no proporcionar una exhibición de nuestro virtuosismo musical.” Oraj Jaim 53:11

Lo explicamos un poco. Si la oración se prolonga en la voz de quien está liderando la plegaria porque siente que esa dimensión de belleza lo conecta con su propósito más elevado, honra al Creador y a través de su canto le demuestra su devoción, está aceptado.

En cambio, si lo hace para darse corte de sus veleidades artísticas delante de quienes lo escuchan, eso es abominación.

Recapitulemos.

No es una crítica a la belleza, sino a la vanidad, al narcisismo y al sufrimiento que provoca en tantos y tantas la obligación de encajar en patrones estéticos que fuerzan una imagen de lo que no somos, lo que no podemos y lo que no alcanzamos.

La belleza que acá se propone tiene que ver su mensaje. El ropaje es hermoso porque en él todo el pueblo está representado y porque tiene un propósito; honrar a Dios desde todos los aspectos de nuestro ser; lo interior y lo exterior.

Mi querido amigo y filósofo argentino Emmanuel Taub, en su artículo “Una reflexión entre el Bien y lo Bello en la tradición judía” al respecto:

“Lo bello se oculta en los detalles; al encontrar algo de esa belleza y traducirla al lenguaje estamos arrancando algo del silencio divino para transformarlo en cosa u obra comprensible. El acto de transformación del silencio de la belleza en obra no remite al todo sino al uno, a la persona u artista antes de abrirse al mundo: debe ser traducido desde un no-lenguaje al mundo humano de las ideas, la materia y la razón. Y esa es también la causa por la que Dios no bendice su obra creadora como bella, sino como buena: porque lo bueno, lo éticamente bueno, se transfiere al sentido primigenio de nuestros actos.”

No es cómo se ve el sacerdote sino como lo que lleva puesto se traduce en sus gestos, sus modos de representar a las personas, su humildad a pesar de lo costoso de su atuendo y la conciencia de su responsabilidad.

“Para gloria y hermosura”- ambas condiciones juntas para que el atuendo honre a Dios. Como decía Emmanuel; Dios vio la obra de su creación y- todos lo sabemos que es hermosa- en lugar de decir que era “bella”, el Génesis nos enseña que dijo “Y vio que era bueno”.

La belleza no tiene que ver con las formas, tantas veces impuestas sobre nuestros cuerpos y nuestras subjetividades; sino con el lenguaje que elegimos portar en nuestras apariencias para hablar de nosotros, de nosotras, sin traicionarnos. Un lenguaje que sea inclusivo de las personas con quienes compartimos la vida. Un lenguaje que no nos deje solos, solas, en una vidriera, sino que nos muestre genuinos y respetuosos de quienes somos.

Sino estaremos infructuosamente inventándonos disfraces que lo único que hacen es esfumarnos de nosotros mismos. Y eso duele. Y mucho. Y nada tiene de bueno.

Para disfraces tendremos la festividad de Purim, que tanto nos enseñará al respecto la próxima semana.

Shabat Shalom

Rabina Silvina Chemen.