PARASHAT PINJÁS: ENTRE UN FANÁTICO Y UN CONDUCTOR

Moshé sabe que no va a entrar a la tierra de la promesa. Se le concede la posibilidad de mirarla desde lo alto, pero él no guiará a su pueblo al lugar en el que se desarrollarían como nación. Moshé sigue dando lecciones de liderazgo y a pesar de su probable cansancio, debilidad, quizás enojo por la injusta situación de no poder ver el fruto de 40 años de esfuerzo, se ocupa de dejar a un sucesor. Y no es casual que sea en esta parashá cuyo nombre está dedicado a un personaje controvertido de nuestra Torá, el sacerdote Pinjás. Controversialmente Pinjás es premiado por su acto fanático de matar al príncipe de la tribu de Shimón, Zimrí junto a la princesa midianita, Cazbí (por haber realizado un acto inmoral en público) otorgándole, por mano de Dios, un pacto de paz y la herencia eterna en el sacerdocio.

Pinjas

Con este antecedente Moshé advierte que a veces los actos de fanatismo y celosía, que en general son destructivos y autoritarios, pueden ser para muchos una opción de liderazgo. Y Pinjás se erige como una opción. Un hombre tan convencido de sus convicciones que no duda en quitar de la escena a quien no cumple con sus parámetros. Acto sin palabra, muerte que borra huellas. El fanatismo siempre tiene como primera opción la de hacer desaparecer lo que le molesta. Es controversial la reacción de Dios en el relato de la Torá: le entrega un pacto de paz y le confiere el sacerdocio por herencia, por generaciones. No vamos a analizar acá las interpretaciones al respecto, que son de hecho, muy interesantes. Hoy vamos a centrarnos en la definición de Moshé respecto de una alternativa al liderazgo de un extremista como Pinjás. Y así escuchamos su pedido a Dios:

טו וַיְדַבֵּרמֹשֶׁה, אֶל-יְהוָהלֵאמֹר.  טז יִפְקֹדיְהוָה, אֱלֹהֵיהָרוּחֹתלְכָל-בָּשָׂר, אִישׁ, עַל-הָעֵדָה.  יז אֲשֶׁר-יֵצֵאלִפְנֵיהֶם, וַאֲשֶׁריָבֹאלִפְנֵיהֶם, וַאֲשֶׁריוֹצִיאֵם, וַאֲשֶׁריְבִיאֵם; וְלֹאתִהְיֶה, עֲדַתיְהוָה, כַּצֹּאן, אֲשֶׁראֵין-לָהֶםרֹעֶה.

Y habló Moshé a Adonai diciendo: Que el Dios Eterno, de los espíritus de toda carne, para nombrar a alguien sobre la comunidad que salga delante de ellos y entre delante de ellos, y que los saque y los introduzca, para que la comunidad de Dios no sea como ovejas que no tienen pastor.”  (Bemidbar 27:15-17).

Recuperemos su voz:

Que el Dios Eterno, de los espíritus de toda carne”, apela a un Dios que da cuenta del espíritu y de la carne; invoca a los atributos de Dios que no son sólo la dimensión mística sino también la física. La vida vale, tanto como la creencia; el cuerpo debe ser respetado, la seguridad física, la defensa de la integridad de todas las personas son responsabilidad inherente del líder tanto como el resguardo de las ideas, las posiciones políticas- si se quiere- y la fe.

“… que salga delante de ellos y entre delante de ellos”, es una ubicación en el plano geométrico: un líder que no aplaste desde arriba, que no minimice a su pueblo, que no lo oprima sino que horizontalmente, salga delante de ellos y entre delante de ellos- para mostrar caminos, para anticipar peligros, para poner el pecho, si es necesario ante lo que está delante. Un responsable de cada movimiento, un guía y pastor.

A Moshé no le preocupa tanto el líder sino el bienestar de su pueblo y allí está la fortaleza del que será elegido su sucesor.

Pinjás era una opción muy válida para la sucesión de Moshé. Tras haber demostrado su fidelidad inquebrantable a Dios y las cualidades de liderazgo a través de sus esfuerzos por depurar a los idólatras de la mitad de Israel, parecía la opción natural. Fue recompensado por Dios y adorado por el pueblo. ¿Qué otra opción podría ser?

Pero Moshé, sabía que nunca resulta la felicidad del pueblo del fanatismo. Pinjás era un hombre que, en un momento de crisis, tomó la ley en sus propias manos. Él fue sin duda decisivo, actuó en una erupción de cólera y de forma extrema.

Moshé nunca fue un fanático. Sus éxitos como líder llegaron a través de la consistencia de su visión y las habilidades de comunicación y negociación. Siempre intentó ser ejemplo, modelo de integridad humana.

Por eso Moshé apela a Dios para que considere en quién recaerá la elección del próximo conductor del pueblo de Israel. «… que se salga delante de ellos y entrar delante de ellos, y que se los saque y los introduzca, para que la comunidad de Dios no sea como ovejas sin pastor. »  Dios identifica a Yehoshúa bin Nun, como un hombre de inspiración y Moshé lo inviste como su sucesor.

Cuánto nos deja esta parashá esta semana para pensar y pensarnos en nuestros modos de ser, de reclamar liderazgos, de elegir a nuestros representantes. Cuánto como comunidad y cuánto como ciudadanos de un estado democrático. Ya no es Dios el que elige a quienes conducen los destinos de la gente sino nosotros mismos. ¿Sabremos tener la claridad de Moshé? ¿Sabremos distinguir entre Pinjás y Yehoshúa bin Nun? ¿Podrá la inmediatez de este tiempo permitirnos elegir la aparente lentitud de los procesos sociales de cambio frente a las soluciones cortoplacistas de algunos extremos?

Una lección para tenerla muy en cuenta a la hora de tomar nuestras decisiones.

Shabat shalóm!

Rabina Silvina Chemen.