Parashat Ki Tisá presenta uno de los sucesos más dramáticos de la historia de la travesía de los israelitas por el desierto: el episodio del becerro de oro, la confusión del pueblo, la desesperación de Aharón, la angustia de Moshé, el enojo de Dios, la preocupación y el desconcierto.
En 40 días, el sueño dorado de la libertad y la promesa se habían hecho añicos.
¿Qué le pasó a esta gente? ¿Qué le pasó a este líder?
Este año al volver a leer la parashá descubrí que quizás fuimos inducidos por nuestros prejuicios y con la ayuda de las traducciones, a comprender erróneamente esta historia.
Empecemos por el final.
Moshé sabe- porque Dios le ha informado- que el pueblo se ha “corrompido”. Y cuando se acerca al pueblo, con las Tablas en la mano, y se encuentra a mitad de camino con Yehoshúa, su fiel servidor quien lo estaba esperando sucede lo siguiente:
“Y volvió Moshé y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.
Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.
Cuando oyó Yehoshua el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moshé: Alarido de pelea hay en el campamento.
Y él respondió: «No es un grito de fortaleza, ni un grito de debilidad; voz de cantar oigo yo”. Shemot 32:15-18
Desde esta perspectiva la situación es desalentadora para Moshé. Él, que venía absolutamente inspirado por el encuentro con Dios, y esperanzado, supongo, porque por fin este grupo de personas desorientadas tendrían un corpus legislativo que los transformaría en pueblo, escucha gritos: Yoehushúa los interpreta como gritos de pelea, pero Moshé le dice que está equivocado, que no son voces de fortaleza, ni de debilidad, sino que son voces de canto- kol anot, está escrito en hebreo.
וַיֹּאמֶר, אֵין קוֹל עֲנוֹת גְּבוּרָה, וְאֵין קוֹל, עֲנוֹת חֲלוּשָׁה; קוֹל עַנּוֹת, אָנֹכִי שֹׁמֵעַ.
Es más que entendible que Moshé se llene de ira. Escucha cantos, jolgorio, festejo… ¿cómo no volverse loco?
No resulta ser muy coherente ni la frase de Moshé, traducida de ese modo, ni los versículos que anteceden a lo que estamos leyendo. Porque recordemos que Dios le advierte que el pueblo se desvió del camino y que va a derramar toda su ira sobre ellos… Y Moshé intercede:
“Entonces Adonai dijo a Moshé: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.
Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Dijo más Adonai a Moshé: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.
Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.
Entonces Moshé oró en presencia de Adonai su Dios, y dijo: Oh Adonai, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?
Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: ¿Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para traerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.” Shemot 7-15
Moshé reza por su pueblo. Les pide que no los castigue. Trata de comprender la situación: acaban de salir y ¿ése era el plan de Dios, matarlos? Pide por el nombre de los antepasados. Recuerda la promesa que hizo con ellos… Moshé está totalmente compenetrado con lo que le pasa al pueblo. Sabe por lo que están pasando.
Volví a leer el versículo… no son voces de fortaleza… no son voces de debilidad… kol anot ani shomea…
Me fui a buscar el significado de kol anot. He aquí lo que encontré.
El verbo «ענה»- “ana”, cuyo infinitivo es “laanot”, significa responder, pero también “alzar la voz, ya sea voz de canto, vos de llamamiento, o voz de grito. De ahí la palabra “»עינוי»- “inui”, que quiere decir tortura o sufrimiento, tenga que ver con una acción que le produce al ser humano gritar de tanto dolor.
Entonces me doy cuenta de cuál es mi malestar. Moshé no escucha cantos, como intentaron muchos traductores interpretar. No es que el pueblo de Israel construyó un becerro porque eran meros licenciosos, desviados, herejes, corruptos. Buscaron una salida a la desesperación. Y no cantaban de alegría. Gritaban de dolor.
«No es un grito de fortaleza, ni un grito de debilidad; un sonido de aflicción es lo que escucho«.
Yehoshúa escuchaba pelea. Moshé quien es quien percibe en su propia carne lo que le pasa a esta gente le replica… no…, son sonidos de dolor…
Entonces se comprende la intercesión de Moshé delante de Dios para que no los borre de la faz de la tierra. Él los entiende. Están sufriendo…
Y ahora, vayamos a nosotros.
¿Cuántas veces escuchamos lo que creemos o queremos escuchar?
¿Cuántas veces creemos que cantan, cuando en realidad sufren?
¿Cuán abiertos estamos ante el clamor de los afligidos, de los que menos pueden, de los desesperados?
¿Cuántas veces nos escudamos tras nuestras falsas escuchas para no hacernos cargo?
Parashat Ki Tisá me deja pensando acerca de mi preparación para escuchar lo que el otro clama, acerca de mi involucramiento con esas voces a las que tantas veces le ponemos un contenido equivocado, para enojarnos rápidamente, para juzgar rápidamente y desvincularnos, en definitiva, rápidamente.
No son voces de fortaleza,
Ni de debilidad.
Son voces del dolor.
Y Moshé tuvo la integridad para escucharlas.
Shabat Shalom,
Rabina Silvina Chemen.