PARASHAT KI TAVÓ: de tierras, tiempos y letras


Parashat Ki Tavó ya tiene el aroma a los finales; se termina la lectura anual del Séfer Torá, finaliza la travesía en el desierto, y quedan escasas semanas para cerrar este año en el calendario hebreo.
Y como siempre, la infinitud de este texto eterno, no deja de sorprendernos.
Ki tavó – Cuando llegues a la tierra de Israel, la primera tarea que deberá hacer es levantar dos grandes pilares de piedra, cubrirlos con cal y escribir toda la Torá en ellos.
Muchas preguntas aparecen ante este hecho. Agotados por la travesía y con ganas de “llegar a casa” ¿es ésta la primera tarea a realizar al cruzar el río Jordán? ¿Y ¿por qué en piedra? Y ¿qué texto de Torá será escrito en ellas? Y ¿cuál es su propósito?
En Ki Tavo, Moshé le dice al pueblo que su primera tarea cuando llegan a la tierra de Israel es erigir grandes pilares de piedra, cubrirlos con yeso y escribir toda la Torá en ellos.
Así lo dice el texto׃
“Y escribe en ellas todas las palabras de esta Torá cuando cruces para entrar en la tierra que Adonai tu Dios te da, tierra que mana leche y miel, como te prometió Adonai, Dios de tus padres, a ti.” Devarím – Deuteronomio 27:3
Y unos versículos más adelante reitera y amplifica la instrucción:
“Y en esas piedras deberás escribir todas las palabras de esta Torá aclarándolas muy bien.” Devarím -Deuteronomio 27:8
Muchas explicaciones se encontraron para definir qué llevaban escritas esas piedras:
El libro de midrashim. Mejilta, refiere a que allí se escribió una declaración de paz a celebrar con las naciones que vivían en la Tierra de Canaán. Rabí Shimón Bar Yojai sostienen que es la escritura del libro de Devarím – Deuteronomio, que, como su nombre lo indica, sería considerado como una “segunda Torá”.
El Shadal, Rab. Shmuel David Luzzato, (s. XIX) más que quedarse en el contenido, interpreta los materiales que específicamente Dios requiere. El texto se hará sobre una capa de yeso en lugar de grabarlo en la piedra porque esta escritura es temporal. Es decir, que la próxima generación ya no podrá leerla porque se borrará de la superficie. Y acá esto se está poniendo interesante. ¿Acaso las palabras de la Torá no deben ser eternas? ¿Qué pretende Dios al consignar una escritura sobre un material que se degrada a la intemperie? ¿No apuesta a la continuidad?
Y así podríamos continuar con los exégetas que en cada generación se preguntaron qué habría allí escrito.
Ibn Ezra (s. XII) dice que lo que estaba escrito era una lista de preceptos que advertían sobre qué hacer y qué no hacer. Najmánides (s. XIII) por su parte cree que el texto era la Torá completa. Y estudiosos más actuales aumentan la apuesta diciendo que allí estaba la Torá escrita y toda la Torá oral.
Como verán, este pequeño versículo con un precepto quizás secundario ha desvelado a más de uno.
Si vamos un poco más adelante en el texto bíblico, al libro de Yehoshúa – Josué (4:21), veremos que son un recordatorio por generaciones:
“Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras?”
Y allí se les contará la historia de los portentos de Dios cuando nos sacó de Egipto.
Por su parte, en la Mishná tratado de Sotá 7:5 está escrito:
“Y después trajeron las piedras (como está mandado en la Torá, y construyeron) el altar y lo revocaron con yeso, y escribieron en él todas las palabras de la Torá en setenta idiomas, como está escrito: (“Y en esas piedras deberás escribir todas las palabras de esta Torá) aclarándolas muy bien (Devarím – Deuteronomio 27:8), indicando que debía escribirse en todos los idiomas.”
¿Setenta idiomas? Sí. Porque la Torá no es palabra de Dios privativa para el pueblo de Israel, sino que desde el inicio de nuestra permanencia en la tierra, se propone ser inspiración para todos los pueblos; con accesibilidad y como referencia para todos.
Y no sólo eso, sino que el rabino jasídico Rabí Levy Itzjak de Berditchev (s. XVIII) complementa esta idea -de acuerdo al contexto en el que él vive- y dice que esos setenta idiomas servirán para que los judíos que han perdido la lengua original con la que fue escrita la Torá, también puedan abrevar de su sabiduría y vivir de acuerdo con sus palabras.
Unamos todo esto.
De unas simples piedras, pintadas de blanco, con el mandato de escribir un texto, se desarrolló la maravillosa y compleja idea que tiene que ver no con el soporte sino con el mensaje.
Si nos quedamos con quien dijo que la cal se borra, entenderemos que es responsabilidad de cada generación volver a apropiarse del texto, reescribirlo, ocuparse de que queden huellas para los que siguen.
Si seguimos el desarrollo de su contenido, es posible que el contenido central de la Torá, al ingresar a una tierra que estaba habitada, más allá de ser la tierra elegida por Dios para el pueblo judío, fuera una declaración de paz y convivencia con los pobladores de la tierra.
Y si, en cambio, elegimos aquellos pensadores que creen que allí estaba escrita toda la Torá, me emociona pensar que en todas las generaciones y no en la nuestra solamente, estaban preocupados por que llegue a todos, porque sea palabra asequible, para el pueblo de Israel y para todos los pueblos. Traducciones, reescrituras, interpretaciones. Generaciones que se implican con una letra que les es propia porque la vuelven a escribir. No se idolatra el texto. Se pondera un mensaje que depende de quien lo lee -en su idioma, desde sus contextos culturales- y depende también de que haya alguien que se ocupe de escribir lo que cada época requiere.
Nosotros estamos entrando a un año nuevo.
Cruzamos el límite del tiempo vivido y estamos por entrar al tiempo de la promesa. Todo por vivir. Por reforzar. Por animarnos. Por habitar. Por discernir. Por corregir. Por conocer. Por desafiar. Por sortear.
Tenemos que escribir de nuevo las palabras de la Torá. En este tiempo. ¿Qué necesitamos para que sea leída con claridad, como nos pide el texto? ¿Sobre qué pilares dejaremos nuestros textos? ¿Con quiénes compartiremos nuestra escritura? ¿Cuánto nos ocuparemos de que les llegue a todos? ¿Cuánto texto para declarar la paz y la concordia le dedicaremos a este nuevo año?
A tomar la pluma. Y comenzar a diseñar este texto heredado y a su vez totalmente nuevo si es que nosotros decidimos no dar todo por sentado y renovarlo a la luz de nuestras propias miradas y voces.
Shabat Shalom,
Rabina Silvina Chemen