Parashat Emor tiene, como otras parashot, la particularidad de nombrar todas las festividades que en el tiempo bíblico se celebraban en el calendario del pueblo de Israel. Recorre desde Pésaj, la cuenta del Omer (Interesante que la toma como una fiesta. ¡Qué bueno sería celebrar el paso cotidiano del tiempo!), Shavuot, Rosh Hashaná, Iom Kipur, Sukot y Shminí Atzeret.
Toda esta enumeración, comienza con el versículo:
אֵלֶּהמוֹעֲדֵייְהוָה, מִקְרָאֵיקֹדֶשׁ, אֲשֶׁר-תִּקְרְאוּאֹתָם, בְּמוֹעֲדָם.
“Éstas son las festividades de Adonai, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos”. Vaikrá 23:4
Pareciera ser simplemente un título formal, una introducción a un listado… “éstas son las fiestas… a saber…”. A mí me llama la atención el final del versículo: en sus tiempos, bemoadam– que intuyo no es sólo una apreciación técnica. Se convoca en sus tiempos. No en cualquier momento. No en cualquier modo. Hay algo de lo sagrado y el tiempo que necesita ser cuidadosamente respetado.
Me aparecieron versículos que hablan también del tiempo oportuno en el Tanaj como: “El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite.” Devarim 11:14
La lluvia es buena cuando llega a su tiempo, lluvia temprana, lluvia tardía para que la tierra dé frutos. No es la lluvia, sino es ella y el tiempo que hacen que sea bendición.
También el profeta Iejezkel nos habla de manera similar: “Haré un pacto de paz con ellos y eliminaré de la tierra las bestias feroces, para que habiten seguros en el desierto y duerman en los bosques. Y haré de ellos y de los alrededores de mi collado una bendición. Haré descender lluvias a su tiempo; serán lluvias de bendición. El árbol del campo dará su fruto y la tierra dará sus productos, y ellos estarán seguros en su tierra.” Iejezkel 34: 25-27
Un pacto de paz incluye que los sucesos acontezcan a su debido tiempo.
Porque de eso se trata lo sagrado y paz; de registrar, como decía Kohelet (el Rey Shlomo) que “cada cosa tiene un tiempo”. ¿De qué vale el apuro irrefrenable, la excitación y el agotamiento constante? Y por otro lado ¿De qué vale la apatía, la monotonía y el desgano? Todo tiene tiempos, porque no hay, como explica Walter Benjamin, “un tiempo homogéneo y vacío”- como nos hicieron creer los cultores del progreso. Los tiempos tienen sobresaltos, imprevistos, contramarchas, logros y fiestas sagradas- tiempos de conciencia y valor, tiempos de trabajo y de descanso, de iniciativas y de goce.
Y acá quizás valga volver a pensar en estas tres festividades que no están agrupadas en una categoría azarosamente; las tres fiestas de peregrinación- shloshet harregalim. Tres celebraciones por separado, cada una con sus observancias, sus ofrendas, sus recuerdos y hoy en día sus plegarias, sus comidas y tradiciones. Cada una por separada pero a las tres las une un modo particular de consagrarlas: dejar el hogar, la comodidad, la rutina, el micromundo conocido, la pesada cotidianeidad, y salir al camino, sumándose a un movimiento colectivo, que se transforma en el refugio de todos. Porque para que la festividad sea Mikrá Kodesh- Convocatoria Sagrada, deberemos convocarnos a lo sagrado que no sucede en el aislamiento y la seguridad de los esquemas conocidos y controlados por nosotros.
El tiempo y la convocatoria se transforman en celebración cuando uno se atreve, como escribió un joven rabino estadounidense Ben Spratt, a mudarse al mundo de los otros.
El tiempo adecuado, la celebraciones que nos transforman y nos inspiran son las que decidimos caminar en compañía de otros, cuando nos permitimos alterar la supuesta tranquilidad de la rutina y nos embarcamos en la aventura de salir al encuentro y festejar lo que el calendario indique, con nuestros pasos.
Cuando nos animamos a salir de lo propio y disfrutar de lo común- como dice Roberto Espósito- construimos comunidad cuando abrimos la puerta y nos sumamos a un tiempo colectivo que nos necesita a todos.
Éstas son las festividades de Adonai, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos.
Hay un tiempo calendario.
Y hay un tiempo sobre el que decidimos nosotros. Ojalá que podamos hacerlos coincidir y estar a la altura de entender que la marcación técnica del arribo de una festividad no hace de la fecha una convocatoria sacra, si nosotros no hacemos del tiempo calendario nuestro tiempo para salir de nuestras rutinas y refugios y embarcarnos en la caminata hacia el mundo de los otros. Así se llegaba a Ierushalaim- que no es sólo un lugar geográfico- es la aspiración de un pueblo que puede festejar en comunidad, en compañía, en armonía y paz.
Shabat shalóm,
Rabina Silvina Chemen.