PARASHAT JAIEI SARÁ: Llenarse de vida

Estamos transitando en el texto bíblico el final de la vida de Sará y también el final de la vida de Abraham. De los patriarcas y matriarcas se aprende por cómo viven y cómo mueren. Mirar la muerte desde la perspectiva de la vida es lo que nos permite no ahogarnos en el dolor, sino descubrir el misterio de la santidad de la vida más allá de las presencias físicas. Quizás por eso esta parashá se llame “La vida o las vidas de Sará”, cuando lo que relata es su muerte. Porque el relato de la muerte se significa con el relato de la vida. Así lo entendemos cuando leemos las historias de nuestros antepasados, así pedimos entenderlo cuando perdemos a alguien muy querido…

Veamos el final de los días de Abraham:

וְאַבְרָהָם זָקֵן, בָּא בַּיָּמִים; וַיהוָה בֵּרַךְ אֶת-אַבְרָהָם, בַּכֹּל

“Abraham era anciano y muy avanzado en años (literalmente: “entrado en los días”), y el Eterno había bendecido a Abraham en todo.” Bereshit-Génesis 24:1

Sólo con este versículo podríamos quedarnos detenidos un largo rato, haciéndonos preguntas como:

¿Qué significa “ba baiamim”, que en todas las traducciones figura como entrado o avanzado en años? Cuando en realidad dice “entrado en los días”. ¿Será éste un mensaje a descubrir?

Con los episodios traumáticos que acabamos de leer en la parashá anterior, ¿Podemos comprender la frase que Abraham fue bendecido “en todo”? Intuyo que nosotros no hubiéramos calificado la vida de Abraham como una bendición “Bakol”, “en todo”.

Volvamos a “ba baiamim”, entrado en los días, a diferencia de “entrado en años”. Alguien descrito como “entrado en años” es una persona mayor, con muchos años de edad. Un ser humano longevo que ha sumado gran cantidad de años.

Sin embargo alguien que es definido como “… anciano y muy entrado en los días…” refiere, creo, a otra cosa. Porque la edad está mencionada en la palabra “anciano”, entonces, ¿cuál es la necesidad de agregar “entrado en los días”? Me parece que esta segunda parte define cómo vivió subjetivamente el tiempo que pasa inexorablemente.

Hay un tiempo que sucede, aquél marcado por el cosmos, los calendarios y los relojes. Tiempo dividido y contado artificialmente por el hombre.

Pero hay un tiempo que no pasa, sino que se vive. Es el tiempo subjetivo, la intensidad de vida que le damos al tiempo que pasa y suma minutos, horas y años.

Abraham era anciano. Eso habla de la cantidad de años.

Entrado en los días; eso habla de cómo encaró el tiempo que le tocó vivir. Una vida activa y comprometida. El tiempo a Abraham no lo sobrevolaba, sino que él entraba al tiempo. Y no sólo a los grandes eventos, sino a los días, a lo cotidiano. Vivió responsablemente cada instante. No dejó que las cosas sucedan, sino que las asumió con todos sus riesgos. Abraham tuvo una vida compleja. Con avances y retrocesos, con palabras y silencios, creo yo con certezas y muchas dudas. Sin embargo, no abandonó el compromiso de vivir cada día con los aprendizajes que le eran propuestos.

No hay vidas perfectas.

Hay vidas aprovechadas y vividas y otras desperdiciadas o libradas a un destino que no depende de nosotros.

Abraham vivió la vida paso a paso, pausa a pausa, intensidad tras intensidad, por eso dice el texto que Abraham fue bendecido “bakol” en todo: que no es cuantificable en materia, ni en hijos, ni en propiedades. “Todo” no representa sólo lo bueno. Y “bendición” no habla siempre de “bonanza”. La bendición de todo tiene que ver con despedirse de este mundo agradecido por todo lo que le tocó vivir. Por lo grato y lo amargo, por lo exitoso y por los fracasos. ¡Pobre de aquel que no se siente bendecido al medir sólo lo luminoso!

De aquí se entiende el versículo que relata su muerte:

וַיִּגְוַע וַיָּמָת אַבְרָהָם בְּשֵׂיבָה טוֹבָה, זָקֵן וְשָׂבֵעַ

“Y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno/satisfecho…” Bereshit-Génesis 25:8

Zaken vesabea; anciano y lleno/satisfecho…

Nuestros sabios intentan explicar este inusual modo de describir la plenitud de la vida de una persona:

Ramban (Najmánides, erudito bíblico y comentarista español s.XIII) describe la muerte de Abraham. “Esto significa que se dio cuenta de todos los deseos de su corazón y se sació de todas las cosas buenas … que su alma se saciaba de los días y no deseaba que sus días le proporcionaran nada nuevo … y esta es la descripción de la bondad de Dios para con los justos y de su benevolencia para con ellos «.

El midrash en Bereshit Rabá dice: “El Bendito sea Él les muestra a los justos mientras aún están en este mundo cuál será la recompensa que se les dará en el mundo venidero, y sus almas se sacian y duermen”. (Bereshit Rabá 62, 2)

Me animo a disentir con una visión excesivamente positiva o conformista o mágica del devenir de  nuestras vidas. La satisfacción, la saciedad (como se traduciría literalmente la palabra “sabea”) no necesariamente tiene que ver con forzar nuestra mirada siempre hacia la aceptación.

Al contrario, nuestras vidas se sacian cuando no negamos todo aquello que las empaña, las opaca, las hacen difíciles de sobrellevar. Eso también es parte del inventario de nuestro existir.

(UNA REFLEXIÓN AL MARGEN: Este tiempo de pandemia en el mundo nos ha puesto frente a nuestros ojos la pregunta por el valor de la vida, la finitud, la fragilidad y el sentido de la existencia. Y lejos de tener una postura conformista, tengo que revisar todo el tiempo la sensación de estar “perdiendo un año”. Experiencia que se hace aún más presente en aquellos queridos y queridas de edad avanzada. Y en el medio del torbellino de estas ideas que angustian, aparece esta parashá que me vuelve al eje: la vida no se pierde cuando no podemos hacer todo lo que soñamos. La vida se vive con todo lo que propone cada circunstancia. Estamos aprendiendo mucho. Nos hemos vuelto a las preguntas esenciales. Estamos revalorizando lo que habíamos dado por sentado. Este capítulo de la historia de cada uno no está vacío, todo lo contrario, está “lleno de vida”)

Volvamos a la parashá y terminemos este comentario:

Yo traduciría el versículo diciendo:

“Y murió Abraham en buena vejez, anciano y saciado (de días vividos)…” Bereshit-Génesis 25:8

Murió Abraham, viejo de años y “sabea/saciado”, de años vividos, de desafíos transitados, de sueños concretados, de dolores no resueltos, de cuentas pendientes, de diálogos mantenidos y de palabras silenciadas…

Morirse lleno es no haberle escapado a vivir la vida con coraje y pasión.

Lleno de días cuando cada día representaba la vida toda.

Nuestro primer patriarca nos deja, al final de sus días esta sublime enseñanza:

El ideal no es la perfección, sino el intento de vivir intensamente cada desafío.

Así se construye la historia.

Shabat Shalom,

Rabina Silvina Chemen